domingo, 30 de diciembre de 2012

Bendita nostalgia

No se puede sonreír de vez en cuando, no se puede. Siempre hay días, quizás horas, o hasta minutos en los que sonreír es lo más difícil. Una fábrica de lágrimas, y un camino para ellas entre tantos errores y aciertos. No se puede sonreír, y menos cuando la pregunta es: "¿A dónde vas y por qué no vienes?". Bendita nostalgia, ¿eh? Es el consumo principal en un mundo de consumistas a tiempo completo. Ayer sonreí, y ya hoy desconozco de mi sonrisa, ¿a dónde se fue? ¿Contigo? Quizás.

—¿A dónde se fue?
—Se fue hacia aquél lugar que fue, y que ya no es. Se fue a donde tenía que irse y volverá cuando tenga que volver.
—¡Qué vuelva ya! Por favor.

No he dejado de pensar-la, hoy la Luna está maravillosa y no la tengo para decirle que pienso en ella mientras la miro, como cada noche en la que miro las estrellas, y a la Luna. Se lo digo sin ella darse cuenta de lo que le estoy diciendo, espero algún día lo note. Que descifre todo eso que intento decirle en secreto. Eso que no sé como decirlo, ni sé porqué me cuesta tanto decirlo. Hoy es el día en que las mariposas suben de tu estómago al corazón y sientes eso que nadie sabe explicar en el pecho, es hermoso, y doloroso. Es la duda, quizás. Quién sabe. Es un diálogo que no se ha escrito, una pregunta y una respuesta. Quizás también otra pregunta, y otra, y otra, esperando que alguien las responda. Es un sentimiento vivo, y entonces confirmamos que es en el corazón donde se alojan los sentimientos, o por lo menos es ahí donde los sentimos.

—¿A dónde irán las sonrisas cuando no sonríes? ¿Y las lágrimas cuando no lloras? ¿A dónde irán? Necesito saber, necesito buscar mis sonrisas, y solo a ellas porque en ellas...

Estás tú.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Confesiones

Hoy creé la noche nada más que para pensar un poco. Sí, nada más allá de lo normal, o más bien, un poco más acá de lo anormal. La hice así, de cielo despejado y muchas estrellas, de Luna oculta y yo con ganas de ir a donde las voces, y los carros, y las cornetas de los carros, y los gritos, y las risas de las personas, no existen. La creé, quizás, un poco más melancólica que otras, y un poco menos que algunas otras. Confuso ¿no? Pero es así, puede ser una cosa, o tal vez lo contrario. Aunque, mencionando que lo único común de mi noche con respecto a las anteriores, eres tú, y tú si eres una certeza. No hay contrariedad en tu nombre, en ti no existe ni lo uno ni lo otro, eres solo tú porque tú me gustas, y te quiero. -Sin anestesia, qué barbaridad.- Es una noche para decirte que siento miedo de ya no tenerte, y no es que te tenga, pero me gusta imaginar. Me gusta soñar, soñar despierto, imaginar que te digo: Tranquila, estás conmigo. A veces la realidad es tan dura que el único refugio que tenemos es tirarnos en el sofá, y mientras mirando al techo, imaginar. A mí me encanta hacerlo, me gusta pensar que te alegran mis buenas noches y que sonríes cuando te escribo, es bonito imaginarlo. Como mi noche, la hice, y no la hice (porque ciertamente es imposible), pero la reinventé escribiendo tu nombre con las estrellas, y hablándole un poco de ti a mi cómplice, la Luna. Quizás tanto soñar sea perjudicial, pues al momento de ver de frente a la realidad es como un choque tremendo, y ya me ha pasado. Pero son altos y bajos, días de alegría, otros de melancolía, no importa. Soy capaz de disfrutar ambos, pues ambos son necesarios y hasta la tristeza trae un leve sabor a satisfacción. Pero "aquí voy de nuevo, al suelo y al cielo, y ambas son un encuentro contigo." Ya lo ves, no importa a donde vaya, eres más una sonrisa que cualquier cosa, y me gusta. Hice mi noche para escribirte un poco más, para sincerarme conmigo mismo y que tú lo notaras. Tu nombre es el título, y aunque creo saber pronunciarlo, aún estoy descifrando cómo escribirlo. Y no escribirlo como se pronuncia, querida, sino como lo siento.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Basta con soñarnos

—¿Cuál es tu nombre?
—Vanessa.

—Un placer, mi nombre es Matías, pero no importa eso. Hasta en la distancia pude ver el brillo de tus ojos, lo encontré oculto, y todo eso que no viene al caso. Eres hermosa y hermosa es la noche también. Vienes sola, como la Luna, y yo solo, como el Sol. Vivo días dando luz y soñando con alguien como tú, y tú igual, y lo sabes. Pero lo nuestro es casi imposible, porque nunca antes nos habíamos encontrado, son cosas de lo natural y con lo natural se enlaza lo real. ¿Qué tal si nos olvidamos de la realidad? Hacemos de esto un sueño, y tú, Luna, te vienes conmigo a este infinito universo, lo hacemos nuestro y luego volvemos a la realidad. ¿Te parece?

—¡IDIOTA! ¿Me estás invitando a tener sexo? Si ni te conozco, ¡IMBÉCIL!

—El sexo no lo comprendo, y creo que jamás lo haré. Te desconozco, y tú a mí. Pero basta con soñarnos para conocernos perfectamente. No te estoy invitando a tener sexo, te invito a hacer el amor.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Ahora lo sabes

Tú no sabes; ni lo más, ni lo menos, no te imaginas. No es fácil, y no es complejo, eres Tú. No eres ni lo uno, ni lo otro. Ni afirmación, ni negación. Ni lo bueno, ni lo malo. Eres Tú. Y para mí, Tú, eres mejor que afirmar que me he ganado la lotería con un monto multimillonario, o mejor que negar mi culpabilidad en un caso de cadena perpetua. Eres mejor que la sonrisa al ver al cielo, mejor que la lágrima al recordar momentos gratos. Oye pero, ¿qué eres? Si eres mejor que tanto, casi peor que nada, y casi porque aún no te sé al cienporciento, y lo más seguro es que nunca lo haga. Por eso eres mejor que tanto. Eres muchas cosas, pero las enumero. Luego me pregunto: "¿Qué no eres?" y hay millones de respuestas, casi infinitas, negando, aún sin ser certeros con la verdad, todo lo que para mí no eres. Y no eres eso, no eres eso que quiero lejos de mí, ni mucho menos eres eso que quiero ver con la mirada baja, y si bajas la mirada, no serás esa que no tenga a alguien para ayudarla a sonreír, me tendrás a mí. Y si algún día Tú no me tienes, es porque la posesión, en la vida, es tan relativa como la existencia de un Dios, tan posible, y no. Pero tranquila, que no estarás sola, cuando tú no me tengas entenderé, y el silencio mismo de cada noche, me hablará de ti, y el viento mismo de cada noche, me envolverá con tu perfume. Y yo, como el pensador, por ese momento ausente, haré presencia en ti. Te haré entender el relativismo de la posesión, y me tendrás, de nuevo, como antes. Entonces sabrás que; ni lo más, ni lo menos importa. Sólo con comenzar a imaginarme, y encontrarnos, a Ti y a mí, juntos, sabrás. Sabrás más de mí y de todo lo que yo siento, que yo. Porque está en Ti mi secreto, y Tú te conoces al cienporciento. 

domingo, 2 de diciembre de 2012

La carta que ella jamás entregó

Vaya, qué día tan gris, tan desolado, tan frío, tan de tantas cosas. Entre todo esto recuerdo esos días a tu lado, esas sonrisas, esos abrazos y besos que ya no están, desaparecieron, se fueron, te fuiste. Cada vez que venías tú a tomarme de la mano, y lo hacías, era como un choque de alguna especie de galaxias distintas. Era una explosión de colores infinitos, de imposibles posibles, eras tú. ¿Y qué pasó que ya no estás? ¿Me has dejado para vivir en un lugar mejor? ¿O para morir-te más que en el olvido? ¿A dónde fuiste? ¿Por qué ya no vienes y me gritas a la ventana de mi cuarto? ¿Por qué no me llamas? ¿A caso ya no me quieres? Ya no te veo, no puedo hacerlo, te has ido a ese lugar infinito, en el cual el regreso es el único imposible. ¿Por qué? Y te fuiste, así, sin explicaciones. Sin una despedida. Y entonces recuerdo todas esas despedidas luego de un día juntos. ¿A dónde se fueron esas despedidas? Despedidas que en la mañana siguiente, cuando te veía a esos ojos brillantes y llenos de vida, se convertían en un cielo. Y sí, vivimos el cielo, y no lo notamos. Caminamos entre nubes, y no lo notamos. Conocimos el cielo, esa imagen indescriptible que todos desean conocer. Ahí estuvimos, y ya no lo presumo. Pues lo noté cuando aquél cielo desapareció, ya no está. Se fue contigo, con tus labios, con tu mirada en donde aún estoy perdida. En tus labios, los que recorrí sin tregua, una y otra vez. Aquél cielo se fue junto contigo y, ese adiós que no nos dijimos es la prueba de que tu ausencia es solo una tregua de la felicidad.

Te veo pronto.

No me oigas, léeme

Óyeme, tú, fugaz.
Que te tengo y te pierdo.
Y te pierdo para volverte a encontrar.

Óyeme, tú, mi estrella fugaz.
Que te veo pasar.
Y más que te veo,
te quiero
ver pasar.

Óyeme, tú, libro de incógnitas.
Soy tu página al azar.
O mejor,
léeme.

lunes, 12 de noviembre de 2012

No me olvides

Oye, no me olvides, te lo pido. No olvides que siempre estaremos juntos, o casi siempre. Por favor, no olvides las casualidades, esas que nos encontraron sin querer, aunque quisimos. Recuerda que si te quiero es porque jamás te tuve, y eso fue perfecto. No te tenía, aunque siempre nos hicimos falta. No me olvides, que tu olvido me sabe a la trágica y vieja amiga Soledad. Sabes que te necesito, y sé que me necesitas, somos complemento el uno del otro. Tómame de la mano, dime que no me soltarás jamás; tranquila, yo te seguiré creyendo aún después de que me hayas soltado. Sólo no me olvides. Pídeme que te lea un poco de poesía por la mañana, para que tal vez, me quieras un poquito más. Oye, no me olvides, te lo pido. Abre bien esos ojitos, y hagamos como si no, pero ábrelos, así de ti, de mí y del mundo, haremos un sueño, pero algo mejor. No olvides que cada vez que te olvido, me siento vacío, y qué vacío ese, eh. Tal vez sea él que me obligue a no olvidarte, o no. Tú. 

Puede olvidarse la rosa de que es hermosa,
puede olvidarse el cielo de que es azul,
puede olvidarse el Amor de su existencia,
pero Tú
por favor
no me olvides.

Que Yo te recordaré que eres hermosa, 
y que el cielo es azul. 
Y que también 
nuestro Amor existe.

Mi señora de las nueve décadas


Oh, mi señora, cómo te describo, si aunque te conozca del alma a las arrugas eres eso que no se dice, eres lo que aún no se explica. Casi ni me recuerdas, tienes más años que memoria, pero cómo no quererte. Te ves hermosa, los años no han pasado en vano. Aún debajo de tus arrugas y achaques de tercera edad yo te encuentro como la mujer de mi vida; y cómo no, si crecí queriéndote, yo crecí en tus brazos y en tus ojos; tú me ves distinto, pero yo te veo igual. Sé que no sabes leer, y que si yo te leo todo esto, más tarde no lo vas a recordar, pero si no te escribo no vivirás por siempre. Tan bonita, me encanta verte dormir, respirar, yo te veo caminar y bailar; te veo cuando me abrazas, cuando gritas, cuando lloras, yo te veo y no quiero dejar de hacerlo; te veo cuando me miras, hasta cuando no me recuerdas; pero en cambio tú me ves y repites eso que tienes grabado. Ya me sé tus palabras, me sé tus reacciones y tus respuestas. Si supieras, abuela, cómo te quiero y cómo te necesito, si supieras.

Te aprovecho en cada respiro y te quiero más en cada latido. Mañana, cuando despiertes y me recuerdes, volveré de nuevo a sonreír como cada vez que me tomas del brazo y caminas junto a mí para no perder el equilibrio. Por cualquier cosita parece que fueras a caer. Por eso te sujeto hasta el alma, no quiero que en algún momento te vayas a dar un mal golpe y se te complique un poco más la vejez. Pero me miras con esos ojitos caídos, y esa boquita en la que aún después de tantos años, florece una sonrisa inmensa. Cómo te llevo en mí, Señora de las Nueve Décadas, cómo crecí viéndote. Y vivo recordando esos momentos en los que distraída en tu cocina, preparabas los mejores platos de mi niñez. Ya hasta eso has olvidado, el tiempo se ha ido con tu memoria, y se va... adiós.

Mi señora, que el tiempo no te lleve con él, que te deje aquí, con tu vida, con tus ojitos caídos y tu sonrisa recién florecida. Que mi mundo, un poco más firme que el tuyo, gira entorno a ti, y si caes, mi señora, estoy dispuesto a caer a tu lado. Y si decides irte con el tiempo, aquí te quedas, en esto que te escribí mientras te veía dormir.

Me gusta cuando hablamos, y cuando no, me gusta extrañarte.

Te regalo el título.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Soledad

¿Cómo estás? Le pregunté.
—Sola. Respondió ella con sus ojos grises bañados en lágrimas.

Oh, Soledad, tantas caras las que puedes mostrar. Tan pura y tenaz, tan certera, Soledad. Cómo arropas las miradas cálidas con tu frío manto, cómo llegas y te haces eterna. Oh, Soledad, cuantas preguntas traes, cuantas lágrimas, cuantos dolores. ¿Por qué eres tú ese fiel acompañante? Y, ¿por qué no te vas cuando no te quieren? Eres sinónimo de tristeza y te gusta. Soledad, por favor no te adueñes de mi ser como te has adueñado de el de ella. Que te conoce completa, desde su alma hasta sus pies fríos. Y la envolviste con tu manto frío, y te gusta. ¿Por qué? Soledad, traes ese aire de melancolía pura, y tu amiga Depresión viene contigo tomadas de mano. ¿Qué quieres? No sabes cuan dolorosa eres, y a ella le dueles, y le dueles. Te conoce en tu más íntimo estado, y te respira, y te gusta. Ya casi está más de tu lado que de aquí, pero no, Soledad, no te la lleves. Ella hace falta aquí, más que allá. No te la lleves, que te quedarás sin compañía, sin su compañía. Porque tú, Soledad, no conoces tu significado como nosotros, o como aquellos que te tienen. Tú no te tienes, amiga mía, pues tu suma de Soledad mas Soledad significa compañía, y no, no eres compañía.

Oh, Soledad, viniste, ¿A qué viniste? Si en lo más profundo te pareces a la muerte, esa desdichada envidiosa de la vida. Te pregunto: ¿Seremos nosotros tu compañía? Eres esa que llega y se sienta, cómoda, y te tomas el café oscuro y casi sin azúcar, amargo. Así te gusta el café, yo lo sé. Estarás tan sola, Soledad, que nos buscas sin saber, que nos traes tu melancolía eterna al corazón. Qué dolor, a ella, le dueles en el corazón, y le dueles como tú sola sabes doler, Soledad. La consumes como a tu café y a tu cigarrillo, mientras sentada en el sofá marrón no sabes ni qué decir, y no dices. Eres insensata, o muy discreta, eres la resta de tu opuesto, o quizás la suma. Solo sé que tú mas, o menos Compañía, eres más tú, que Compañía. Por eso eres buena, tan solo cuando vives en dos personas distintas.

Oh, Soledad, no vengas sola, no la hagas tu compañía, Soledad. O mejor, sé más Soledad que Muerte.
Soledad.

martes, 6 de noviembre de 2012

Cómo no

Que si te pienso
y cómo no.

No sé como decir
que Tú
mi no sé qué decir
me tienes viéndote los ojos
hasta cuando aún no los abres
hasta cuando Yo
cierro los míos.

Que si te miro
y cómo no.

Si eres Tú
esa luz que no encandila
esa luz que ves y dices:
qué placer.

Y qué placer
que así te quiero.

Y cómo no.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Amén

Con el mero respeto, lo siguiente es tan solo mi punto de vista. Amén.

Ésto, es una pregunta que nadie, nunca jamás va a responder. Algunas personas creen ser conocedoras en su totalidad, cómo si fuese algo propio del entendimiento humano. Como quienes luchan y desperdician su vida buscando a ese ser supremo, como si lo fuesen a encontrar. No se dan la tarea de conocerse a sí mismos, ni siquiera de entenderse, me pregunto: ¿cómo carajos piensan entender a un Dios? Vivimos encadenados a esas doctrinas espirituales que desde pequeños nos vienen introduciendo en la cabeza, cómo si supieran de ello, como si nos quisieran hacer saber algo que ellos no saben. Que nadie sabe. Viven buscando la respuesta a la vida eterna, y me pregunto: ¿se darán cuenta que lo que hacen es un acto egoísta por la "salvación" propia? Dicen que Dios nos hizo a su semejanza o, ¿nosotros lo hicimos a Él a la nuestra? Son solo preguntas, que aunque algunos las respondan, esas respuestas, jamás serán totalmente ciertas. Me dicen que ore por esas personas que lo necesitan pero, ¿por qué estoy yo aquí? Tan bien establecido y ellos allá, con una vida de total desgracia. Tengo bien claro que Dios no es el culpable de la desgracia humana, pero aún siendo cierto eso, Él, permite que esta desgracia sea posible y que la única solución sea la muerte. Que quizás sea como dicen algunos: su salvación. O, para otros: un pasaje hacia las tinieblas. Quién sabe. 

Otros, simplemente ya decidieron dejar de creer, como si ya supiesen, como si estuviesen seguros. ¿A caso lo comprobaron? ¿Saben más que el resto? Y ¿aún más que los que creen saber? Jamás los entenderé, porque también tengo algo claro: si hay creación, tiene que haber creador. Es como pensar que no tienen padres porque no los ven. Como un ciego que niega que el mundo existe porque no lo ve. Como un sordo que niega que en el mundo hay sonidos porque no los escucha. Es ilógico, y la verdad, creo que los ateos son seres sin capacidad racional. ¿Qué hay desgracias? Claro que las hay. ¿Injusticias? Claro que también. Pero todo es parte de la naturaleza humana, todo cae sobre la balanza del bien y el mal. Como el ying y el yang. Imagino entonces que, para el ateo, la existencia de Dios significa paz total. Y según los creyentes, es eso lo que encuentras después de que mueres. Y es obvio que para el creyente sea ese el argumento lógico, tan solo al ver que aquí, en el planeta tierra, no existe la paz. 

¿Pero quién tiene la razón? 

Cada cual juzga por lo que quiere creer, por lo que cree real y por lo que le parece justo. Para mí, Dios es el creador supremo, el creador del cielo y de la tierra, y esto que vivimos todos significa su ausencia, y no del mundo, sino de nuestros corazones. Jamás creeré en una iglesia, ni validaré argumentos del ateo. Pues como yo, el escritor, me doy a entender mediante mis escritos, imagino que Dios, el creador, se dará a entender mediante la creación, no mediante alguna otra cosa. Puedo como tú, no estar en lo cierto, pero es lo que yo quiero creer. El mundo no necesita a Dios, el mundo nos necesita. 

Páginas amarillas

Estaba reposando en mi lugar, aquél viejo estante en el que el polvo era mi único abrigo. Tenía años ahí, como si las personas jamás me fuesen notado, como si fuese invisible; tal vez lo era. Veía a personas pasar frente a mí, justo en esos momentos respingaba el lomo y esperaba ser visto, aunque sea solo para una ojeada fugaz. Pero era algo imposible, los años me pesaban, mis páginas amarillentas eran vacías, y no porque no contuvieran letras, sino porque no había quien las hiciera reales.

Yo tenía tanto para ofrecerles, recuerdo aquellos años de juventud viva, justo cuando venían, me leían y releían una y otra vez. Sabían como apreciar un texto, y como imaginarme más allá de su corta realidad. Les recitaba a Jodorowsky, también a Gabriela, esos poemas de Gabriela Mistral, mágicos. Aunque ahora ya no lo son, la magia se ha ido yendo de mí, antes me recreaban y daba luz a ojos cálidos. Ahora solo veo pasar frente a mí ojos fríos como el invierno, sin brillo, ni nada. Llevo décadas aquí, imaginándome, releyéndome, tan solo que para revivir emociones propias. Pero no es lo mismo. No me hago magia, no me recreo, no me reinvento como aquellas almas libres en cuerpos. Bah, soy solo un viejo libro que nadie quiere encontrar. ¿Quién me busca? Si ya, de lo que hablo, amor, es poco importante. He podido notar el pudor en sus ojos. Como se ocultan, como si la meta fuese ver quien demuestra menos. En estos días pasó por aquí un chico con esos aparatos que reproducen canciones con esos cables que llevan hasta sus oídos, una melodía cualquiera. Tenía tanto volumen que pude escuchar una frase que decía: "esculpiendo nuestros cuerpos para estar buenas y buenos, pues sabemos, que para ver corazones todos son ciegos." Hoy me pregunto si será cierto, si todos quedaron ciegos, en décadas pueden pasar tantas cosas. Aunque es extraño, recuerdo claramente, a aquellas personas que venían con el alma asomada en los ojos y su corazón como un tambor a echarle una ojeada a eso que tenía para ofrecerles, yo, que poco puedo notar, veía en sus ojos el alma, y en su voz muy baja escuchaba su corazón latir. Ésa era la magia, la que desearía volver a ver.

Soy viejo, mi tapa está un poco descolorida, soy de pasta dura, sin presumir. En mis tiempos de juventud, siempre alardeaba frente a los de pasta blanda; aunque con los años entendí, que un buen libro es mucho más que una tapa de pasta dura. Pero bueno, no sé si soy yo, o son las personas, o es el viento, o es el frío de invierno, o el de sus miradas, o el frío de sus palabras. Quién sabe. Pero en fin, aquí estoy, aquí sigo, tan solo esperando conocer al valiente que será capaz de: venir, tomarme de una buena vez y descubrir en mis páginas su mirada cálida. 

Notas de autor:
Dedicado a esos libros de biblioteca que nadie se atreve a leer, a esos libros donde podemos encontrar esas miradas perdidas, y tan solo no las encontramos porque aún, no hemos sido lo suficientemente valientes para ese grato encuentro. Con nosotros mismos.

jueves, 25 de octubre de 2012

Lavaplatos

Era una fría tarde de invierno. Un sábado común, como cualquier otro. Ellos, como de costumbre, eran armonía en el hogar. Ella, barría con paciencia la sala entera. Movía de allá para acá las sillas del comedor, el comedor, esa ajada mesita con apenas dos estatuillas de porcelana y una rota en un extremo. Ella barría con paciencia y Él preparaba la cena, de allá para acá se movía buscando ingredientes mientras en voz muy baja repetía: sal, pimienta, salsa de soy... no, no, salsa inglesa, remueve. A ciento veinte grados el horno, treinta minutos de cocción. Pollo aliñado, postre, ensalada, el aderezo para la ensalada, ¿y de beber? Ehmm, algunas frutas, parchita, piña, melón, ¡fresas! Listo, todo listo. Ok, a limpiar la cocina ahora. Y todo mientras de fondo sonaba I Dream Of You de Frank Sinatra. 

Ella pregunta: ¿Cómo vas, amor?

En lo que Él responde: Todo bien, querida. ¿Qué tal tú? ¿Ya ordenaste el área del comedor? La comida está casi lista.

Y Ella: No, justo es lo último que queda por ordenar, en cinco minutos todo estará listo. Te amo.

Y Él: Ok, está bien. También te amo, mi princesa.

Pasaron siete minutos y ya el comedor estaba listo, la comida casi lista. Y Ellos, Ellos estaban más que listos. Vestían de pijamas, Ella, con un short un poco descolorido por el uso, además tenía unas tres o cuatro manchas de cloro del lado izquierdo, pues a Él, en un descuido de esos que suelen suceder, se le cayó un envase de cloro, y algunas gotas alcanzaron a aquél short de pijama. También traía puesta una franela blanca con un estampado un poco descolorido, luego de tantas lavadas así va quedando la ropa, al igual que el cuerpo y los años. Se ensucia, se lava, se ensucia, se lava. Se cae, se levanta, se cae, se levanta. Después de todo es muy normal que después de tanto los años pasen factura. Bueno, aquella franela, a Ella, le quedaba un poco larga, en algún momento era de Él, sólo que en un descuido, de Ella, se le fue a la secadora con la demás ropa y bueno, ya se imaginan el resto. Él traía también un short, era azul y con la insignia de su equipo de fútbol favorito en la parte inferior derecha. Traía un suéter blanco, lo usaba sin franela debajo. La comida estuvo lista y Ella sirvió en los platos, Él colocaba los dos manteles en el comedor. Ella llega con los dos platos, Él busca los cubiertos. Ella trae la jarra con el batido de fresa que Él había preparado y dejado en el refrigerador y Él trae los vasos. Como de costumbre, sin importar el lugar, siempre, se debe ser caballero. Él va y con mucha educación, como en un restaurant gourmet, empuja la silla para que ella pueda sentarse cómoda. Regresa a su lugar, y ya pronto comienzan a comer. Ella da el primer bocado, asiente con la cabeza y dice:

—Vaya, amor. Qué delicioso te quedó el pollo. Ni hablar de la ensalada.
—Gracias, princesa. Era lo menos que podía hacer mientras tú te dedicabas a ordenar la casa. Todo se ve perfecto. La casa, el comedor, la comida. Tú.
—Y tú. -Añadió. En estos días eres lo único que le hace falta a la casa, puede estar vacía. Sin muebles, ni la vieja mesita, sin comedor, ni camas, ni nada. Pero, si Tú, mi amor, estás aquí, la casa es de nuevo, ese hogar que siempre soñé. Y como cada semana, como cada lunes, cuando salimos hacia nuestros trabajos, tú por allá, y yo por allá. -Dijo Ella señalando en direcciones opuestas. Y nuestra casa acá, vacía. Como un cuerpo sin alma, como un parque sin niños, como yo si ti, amor.
Él, mientras masticaba, miraba al suelo tapándose la boca por educación, intentado ocultar la sonrisa pues tenía algo de comida en la boca. Era una sonrisa de esas que aparecen automáticas, sin más ni más. Una sonrisa con el corazón. —En esta casa, mi vida. Están nuestros nombres en cada rincón, en la vieja mesita y las dos estatuillas que la acompañan. En la cocina, en los cubiertos y los vasos, en los libros de allá, en sus páginas. En esta casa, amor mío, no sólo están nuestros nombres, están nuestras almas. Y cada lunes, y cada martes, y cada miércoles, y el resto de la semana, justo cuando tú por allá, y yo por acá, nos toca decirnos: Hasta luego. Se quedan estos rincones, esta mesita, los cubiertos y los vasos. Los libros y sus páginas representando en nuestro nombre, esas almas que aún no se deciden a salir de la cama, que tienen durmiendo en el cuarto de al lado a ese tal señor Amor, que de vez en cuando molesta, aunque muy poco, diciéndoles que para qué salir, si afuera ya todo tiene nombre. Y aún nos falta descubrirnos.
Ella termina con su plato y un poco llena decide dejar el postre para después. Lo mira con esos ojos del amor de su vida, lo mira con eterno amor y necesidad de amarlo. Sonríe, toma su plato, el de Él, luego toma el de Ella y los lleva juntos al lavaplatos. Ahí los deja, ahí se quedan, solo hasta que estos dos cuerpos, y sus almas, decidan salir de la cama.

martes, 23 de octubre de 2012

Déjà Vu

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.


Julio Cortázar.

      Qué extraño, despierto y te veo junto a mí, recibiendo más que aire, más que ésta mengana oscuridad que nos trae la noche. Extraño, pues Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos. Una larga travesía el pestañear de mis ojos, ese abrir y cerrar por volver a encontrarte, porque vuelvas a reinventarte ante estas ventanas, por las cuales mi alma se asoma mientras grita, hacia el balcón hermoso donde se posa tu alma, tal y como Romeo a escondidas se colaba en territorio Capuleto solo para hablarle a Julieta. A eso se resume nuestro juego de miradas, presurosas a su cercano encuentro; sutiles, como tus labios haciendo juego con mis palabras y formando tu sonrisa, fugaz, como el ir y venir de mi reflejo en tus ojos. Es extraño, pues en cada pestañeo era volverte a encontrar, reinventarte como sé que ya existes. Reinventar quizás, a ti, a nosotros. Y no como de costumbre, sino como de Te Quiero. 

De regreso a la realidad, me encuentro aquí. Qué extraño, despierto y te veo junto a mí, recibiendo más que aire, y yo dándote más que sonrisas. Como ayer, como antes de ayer. Como un Déjà Vu.

domingo, 21 de octubre de 2012

Complicidad

Dime que haces silencio
y me piensas más de lo normal.

Es normal, para mí
cuando
hago silencio y
te pienso.

No es tan difícil
cerrar los ojos, hacer silencio
y pensarte
lo difícil está en abrirlos
-mis ojos
y no mirarte.

Te digo: ¡Hola!
y me respondes: No sé.
Te digo: ¡Te quiero!
y me respondes: Yo también.

Te digo: ¡Sonríe!
y me respondes: Lo haré por ti.
Me dices: ¡Te quiero!
y te respondo: Aún no he dejado de sonreír.

Me dices: ¡Hola!
y te respondo: Tal vez.
Me dices: ¡Te quiero!
y te respondo: Una y otra vez.

Porque te quiero el doble.

Te digo: dime que haces silencio
y me piensas más de lo normal.
y me respondes: Es más que normal para mí
cuando
hago silencio y
te pienso.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Poema corto:

Hoy                                                                                                                                                                                                                                te
extrañé.

domingo, 14 de octubre de 2012

Abrázame

Me gusta cuando me abrazas
cuando
me dices: hola
y
me abrazas.

Odio cuando me abrazas
cuando
después de todo
nos toca decir: hasta luego
me abrazas
y
te vas hasta luego.

sábado, 13 de octubre de 2012

Marrón claro

Tomábamos café, yo uno negro y ella un marrón claro. Sentados en la mesita de parque, un poco rayada, hablamos y cuando sin temas nos quedábamos, inventábamos de nuevo, como cada vez, un temita poco relevante para solo no consumirnos tan pronto por ese silencio abrumador, que te llega hasta el tímpano, y aturde. Mientras ella hablaba yo intentaba no verla demasiado, sentía que en cualquier mirada de esas, fugaces, me iba a perder en sus ojos cafés oscuros, aunque brillantes como ningunos. Tenía miedo de mirarla, pues mirarla no era como ver una hoja en el suelo, o ver pasar los autos en la autopista regional. Verla era algo más, era como ver la noche, hermosa. Era como sentarte a mirar y no mirar, sino ver, detallar. Por otra parte, ella me miraba, y sonreía, y me perdí. Por lo cual opté por sonreír también. Aunque ella seguía viéndome y yo indefenso ante sus ojos y su sonrisa, cayendo como cae una gota de lluvia. Y sin ganas de levantarme, mis ojos, temerosos, la invitaron a caer conmigo. 

En ese intercambio de palabras, nuestras tazas con café, ya casi sin café, nos mostraban una despedida próxima. Yo, corriendo con mis ojos hacia aquél lugar donde su mirada solo lograba llegar, sonreí. Tomé el último sorbo de aquél café, y mis ojos y mi sonrisa, ya perdidos en sus ojos y su sonrisa, pronunciaron casi sordos de la sensación y gracias a ese ruido que pronunciaba el corazón, un hasta luego que dejó a mi taza, y a su taza, las ganas de seguir con café dentro, y a nuestros temitas, los dejó con ganas de seguir siendo hablados.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Así y una, y otra vez

Vivimos siendo parte de este ciclo; en el que:

Tú: Rosa desolada
en un jardín de claveles no sabes que
Yo: Primavera próxima a suceder
deseo verte abierta del tallo a tus pétalos y
Él: Árbol de otoño
quiere verte caer
junto a sus hojas ya sin vida para
Ellos: Personas frías como el invierno
puedan con sus suelas de mocasines
y sandalias
pisotearte hasta que a ti dé la gana
de volver a ser mi Rosa.

Y a mí de ser tu Primavera.

Caímos

Cincuenta y un veces han pasado
doce meses, desde que tú...
Tú solo estabas naciendo,  y yo...
Yo estaba apenas a
treinta y tres veces doce meses de nacer.

Tu alma y su reencuentro con la mía,
son las lágrimas que se hacen eternas,
y fue tan efímero el sentirte conmigo,
tan fugaz.

Pasaron doce docenas
de meses a tu lado,
y ya las recuerdo como diez
tal vez en unos años,
como nueve y quizás,
algún día solo te recuerde.

Las miradas entre nosotros han desaparecido,
tu silencio
ahora reina en el universo entero. Y
mi reencuentro contigo es cada noche,
cuando desde el miradero de mi ventana
te pienso.

Han caído las noches frías,
las lluviosas
y hasta las que no parecen noches.
He caído las noches no tan frías
y tú has caído conmigo.

Caímos juntos
como juntos van el cielo
el alba
y el ocaso, caímos pues
tu adiós fue la unión
de nuestras almas.

Y
cuando te recuerdo
vuelves tú
a caer
conmigo.

sábado, 6 de octubre de 2012

Mi Hermosa Venezuela

A algunas horas del día más esperado por muchos Venezolanos, esperado por aquellos a los que le importa más su futuro, que su pasado. Me tomo la libertad de hacer llegar a ustedes, por medio de algunas palabras no tan vacías como otras, aquello que cada uno de nosotros ya debería tener bien claro.

Me atrevo a citar una frase que escribí en twitter hace algunos días atrás: Cuando aprendamos a ser ciudadanos, aprenderemos a elegir un presidente. ¿A qué me refiero con ésto? Pues a lo mal ciudadanos que estamos siendo cada uno de Nosotros, sin calificativos, sin señalar a algún partido o de derecha o de izquierda, me refiero a Nosotros. Cuando una persona exige un buen mandato ¿en realidad sabe lo que está exigiendo? Según mi parecer, un buen mandato consta de: una excelente autoridad, la cual, haga cumplir debidamente cada ley establecida en la constitución Venezolana. Un buen mandato construye buenas relaciones internacionales, no las destruye, gestiona a conveniencia de su país los recursos para cada estado, cada pueblo y, cada esquina que tiene debajo de su mando. Un buen mandato consta no solo de una buena gestión en el poder, sino de una buena participación del ciudadano ante su mandatario. Un buen mandato no se trata tan solo de aciertos, pues jamás se ha visto, ni creo que se verá, un mandato que haya sido totalmente perfecto, el buen mandato se trata, también, de errar, pero más que errar, se trata de saber solucionar estos errores y luchar cada día por una mejora popular. Un buen mandato no señala, no califica, no insulta, no promete. El buen mandato quiere a su pueblo como a una sola nación, lucha por el progreso, sabe como referirse, con respeto, hacia sus opuestos y por sobre todo, construye. En Venezuela, específicamente, no estamos listos para un buen mandato, nos caracterizamos por nuestra libertad, un buen mandato consta restringir y corregir ciertas cosas, por las cuales, Nosotros (y en mayúscula porque somos Nosotros el país de Venezuela) no estamos listos ni para reservar, ni para una corrección directa. Aquí necesitamos a alguien, que con el tiempo y amor a su patria, nos enseñe a que en un país, tan hermosamente rico en tantas cosas, debemos recuperar la pérdida de valores que nos ha ido descalificando entre nosotros mismos, por eso yo opto por el cambio.

Y sí, aún me faltan algunos meses para poder ejercer mi derecho al voto, pero por mi parte, amo a mi país y por ende, me tomé la libertad de dedicarle algunas letras, esto no es por algún candidato, esto es por Venezuela. ¡VOTA! Es tiempo de una mejora para Nosotros.

viernes, 5 de octubre de 2012

A pesar de todo

No hay novedades, sólo ella.

         Es tan ella que reinventa su sonrisa y crea nuevas palabras al hablar conmigo, que tal vez sean las mismas palabras de siempre pero, después de todo, a mí me gusta pensar que son creaciones suyas para hacerme sentir bien algunas veces. Aquí las ilusiones reinan hasta que alguno tenga la fuerza de crear realidad, la fuerza nos la dará el tiempo. "Lento pero seguro" ahí vamos, en busca de ratitos de algún tiempo común, para hacerlos el tiempo no tan común de ambos. Y como todo tiempo, presa fácil de la monotonía.

A pesar de todo, no es novedad que
la cotidianidad sea cosa de no innovar
y a mí me innova
tu
sonrisa.

Cuando se nos haya terminado el tiempo para errar, se nos habrá terminado el tiempo para vivir.

Lágrimas del cielo

Como las gotas que caen llorosas de tiempo, disfrutando un poco su caída y rogándole a Dios unos segundos más de vida. Caen una y otra vez,  caen y rompen el silencio con su llanto sobre estos viejos techos de aluminio. Como la gota que cae y llora porque...

no volverá a caer, otra vez.

jueves, 4 de octubre de 2012

...a ti

De pensares, al pensador...
de lugares, al viajero...
de saberes, al conocedor...
de lecturas, al lector...
de canciones, al compositor...
de poesía, al amor y...
de mí, a ti.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Buenos días

Despierto, te pienso un poco y ya pronto vuelvo a caer en este infierno disfrazado de cielo que me has dejado en los días.

Gracias por los suspiros

Gracias...

Un suspiro pasa y, el aire poco a poco se va amoldando dentro de mis pulmones. Acabo soñando entre suspiros, es una marcha de ilusiones, una ida y vuelta de palabras jamás dichas, un "te quiero tanto" que ahí dentro reside. Un suspiro es el intento te adherir el viento a tu cuerpo y desistir al instante, son las ganas de estar a tu lado que van y vienen sin detenerse, son mis ansias y el temor a perderte. Suspiro cuando te veo porque me revuelves el alma y poco aire me dejas en los pulmones, conmueves mis pensamientos más viles, completas mis días y, yo exhausto le suspiro tu nombre al viento. Suspiro cuando te pienso, y aún cuando no, suspiro soñando con tu nombre junto al mío. Suspiro cuando veo las estrellas, ellas me entienden, les hablo de ti y cuando me ven suspirar, siempre saben que ahí les va tu nombre. Suspiro porque aquí estás, tan cerca, tan cerca. Suspiro porque aún sin hablar te escucho, aún no estando lo suficientemente cerca, te escucho decir, y no decir. Escucho tus palabras, suspiro por esa vocesita que después de todo me llevó a caer, caer ante ti. Suspiro sin verte, y viéndote, imagino esa sonrisa infinita, esa curva consonante con la mía, tímida y tan detallada que te se marca en el rostro. El tiempo pasa, el viento va y viene, y yo suspiro, suspiro para hacer mío el viento que más que mío, algún día será nuestro.

...por los suspiros.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Palabras intangibles

Respira —Dijo en silencio. Te hará falta.

He llegado aquí con un solo fin en mente, la verdad. Tal vez oculta esté entre todos mis escritos, pero esto tiene encima más que la verdad; te tiene a ti. No he encontrado, durante meses, la manera de llegar, hablar, e irme, como se debería hacer si todo sale mal, de lo contrario, me quedaría para siempre, como jamás lo soñé un día. Intentaré no desviarme del tema justo. La necesidad es obvia y ya lo que siento comienza a hacerse evidente, mis amigos me han hablado de eso. Seré lo suficientemente bueno como para dejar el miedo a un lado y enfrentarme a mí mismo, pues lo único que me impide unirme a ti en estos momentos son esos temores constantes que recorren en silencio todo esto a lo que le llamamos vida. Vaya sensación de satisfacción superarlos, pero aun nos queda la otra cara de la hoja, vaya lamento y decepción la que nos queda al darnos cuenta que tales temores nos dejaron ahí, derrotados, una vez más. Pues ahí estoy, derrotado, nuevamente vencido por todo lo que le niega a mi ser el referirme a ti con la confianza de siempre, tú me revuelves el alma. Haces de mi un nada que ve y respira, un nada que te ve y luego respira.

No he tenido el valor de enfrentarme delante de ti, al decirte todo esto como debería hacerlo, pero es que no es fácil cuando se trata de ti, quien me ve y me hace recordar que existo, quien me habla y me hace poner el pie firme sobre la tierra al hacerme saber que estoy aquí, tan cerca, tan cerca. Te encuentro en cada lectura diaria que realizo sentado desde mi ventana, te encuentro en las estrellas, en la luna en forma de uña, te encuentro no porque estés ahí, sino porque estás en mí. 

Esa es la única verdad y me niego a afirmarla delate de tus ojos, me niego rotundamente. Pues el día que lo haga estaré muriendo detrás de tu mirada y delante de tus palabras intangibles.

¿Qué es poesía?

«¿Qué es poesía? —dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.»

domingo, 16 de septiembre de 2012

Y aquí estoy...

De silencio en silencio, a ver si así llego hacia ese que me conciben tus labios.

Iré y vendré cuando quieras que regrese. Regresaré mil veces si mil veces me dejas volver, por ti.

Dos puntos y: me llevaste a quererte

Me llevaste a quererte.

Recuerdo que pasé por: tus ojos, tus labios, tu nariz, tu cabello, y tan solo con la mirada.

Tal vez no recuerdes, pero pasaste por: mi vista, mi alma, mi corazón, y ahí estás, viéndome como quien mira embelesado algún programa; o como yo, mirando tus ojos.

Recuérdame, cuando llegue a pasar por: tu vida, tu ser, cuando llene de mi tus días. Recuérdame por favor, no te pido más, tu recuerdo de mi me mantendrá vivo, vivo como el sol, que en cada mañana aviva las esperanzas de muchos.

Yo te recuerdo cuando: por causas de nada, nos encontramos por casualidad, cuando «un encuentro casual, era lo menos casual en nuestras vidas.» Y más aun te recuerdo cuando detrás de tantas noches, me llevaste a quererte.

Quiéreme cuando: por cosas del destino, tú vida siga cruzándose con la mía, y ambas hagan juego como el sol hace juego con la noche, trayéndose consigo el alba de la mañana; como las palabras hacen juego con el lápiz, como el lápiz hace juego con el papel, y como hacen juego tu mirada y la mía cuando se ven. Cuando tus risas se confundan con las mías y, cuando notes que en silencio; me llevaste a quererte.

Te querré cuando: me dejes ir para siempre, pues necesitaré quererte cuando quieras que regrese, de nuevo.
Convertiste tu sonrisa para mi, hiciste contraste con el mundo cuando te vi, y eso es amor, amor por que te quiero y no te tendré hasta dejarte ir y regresar a lo nuestro, sé que regresarás.

Te sueño cuando: despierto después de una larga siesta, porque eres un sueño hecho realidad, cuando viéndote es la realidad quien se vuelve un sueño, amor mío.

Te quiero porque: me llevaste a quererte.

«Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.»

jueves, 13 de septiembre de 2012

Vaya Felicidad

A veces me pregunto el por qué de tus desdichas, al momento en que me las cuentas pienso en algo como: Vaya, después de tanto sigues aquí y todo tan como si nada, sonriendo. Algunas veces hasta me alegra verte así, es como algo que me reconforta el alma, pues noto que las desdichas no te llevan a un lugar triste sino que te enseñan a como ser feliz.

Recuerdo claramente aquello de hace años atrás, eso que te tiró al suelo y te dejó un peso en los hombros, y aunque lograste ponerte de pié, nunca dejaste de llevar esa carga extra que nunca cedió espacio en tu vida. Pero sigues, sigues sonriendo. Vamos cuéntame tu secreto, quiero saber eso que tanto te hace feliz aun en la tristeza, yo quiero saberlo, pues siempre que me siento tan triste, cuando no puedo dejar de llorar necesito ese algo para luego poder subir la mirada de nuevo, vamos ¡dime! No calles tu fortuna, quiero escuchar y escribir cada palabra. También recuerdo aquellos leves golpes que me contabas que llevabas en las rodillas, esas burlas de ser siempre el más pequeño entre tus amigos, las ganas de ser más que todos y el silencio que te invadía al no poder. Vamos dime, dime como después de todo eso sigues aquí, viviendo así, no logro entender, ¡¿cómo carajo puedes ser feliz?! Necesito una explicación urgente, cada vez caigo más y no hay nada que me sostenga antes de llegar al suelo, explícame por favor, te lo ruego.

Pasaban los días y caminabas, ibas y venías, sonriendo, siendo feliz sin conocer la tristeza que te rodeaba. Tu vida era juegos y jugadas, no pensabas casi pero eras feliz, en aquél tiempo lo entendía, pues eras tan solo un niño. De repente apareció esa ausencia que te consumía hasta los huesos, algunas toneladas más a tus hombros y tan pronto cayeron te desplomaste, jamás has tenido la fuerza para soportar tal carga. Pero aquí sigues, vuelves de nuevo a sonreír y las noches cortas se vuelven largas, y las risas cortas se vuelven eternas, y yo aquí, llorando, como siempre después de todo. Llevo años luchando contigo, suplicándote en silencio esa vida, esos colores que en ti llevas, como los demuestras, como tú mismo los creas, ¿acaso estás loco? ¿No ves lo que te rodea? ¡¿Acaso puedes verme?! ¿Por qué no notas que estoy por el suelo? Que llevo una vida intentando levantar mis hombros y no puedo, pues la vida me empuja de nuevo y, de nuevo vuelvo al suelo. Y tú, tú solo caminas y sonríes, y sonríes como si estuvieses bien, como si bien fuese suficiente para ser feliz, feliz como lo eres tú, como nunca has dejado de serlo. Deja de gritarme silencio, por favor, recuerda que soy débil y jamás he logrado respirar tranquilamente, como todos lo hacen. ¡Recuerda que soy débil! Recuerdo esas despedidas tan melancólicas que me contabas, idas de personas las cuales creías especiales en tu vida, reencuentros, y más despedidas. ¿Acaso no sientes dolor al dejar ir a personas "especiales" en tu vida? O, ¿es que acaso nunca fueron especiales? Anda, ¡responde cobarde! Dime como, no eres nadie, eres solo una sonrisa de mentiras, a veces me das asco y otras no te creo nada de lo que me dices. A veces ni sabes lo que dices, y buscas cualquier cosa de la cual apoyarte, ¿ves? Si no te sostienes caes, ¿y yo? Yo solo caigo, pues aprendo, y aprendo a caer y a disfrutar de las caídas. 

Fuera de mi vista si no vas a responder a mis preguntas, después de tanto tiempo me he cansado de cada vez escuchar tu felicidad soportando mi tristeza, ya no puedo más. Seré una despedida más en tu vida, tal vez me extrañes más que a ti mismo.

—Ése es el secreto.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Te quiero

El poema más hermoso.

05/02/1836


«No creo que vengas, lo sé, 
sé que no vendrás.»


Cuanto tiempo, ¿no lo crees? Ha pasado ya tanto desde aquella vez. Recuerdo que nada nos detuvo, éramos la cohesión de dos cuerpos alejados de sí mismos. Hace días que te recordé, se me vino a la mente todo aquello que nunca tuvo fin, hasta que terminó. Recordé viejas conversaciones y reí un poco, cosas sin sentido alguno, promesas sin cumplir y hasta sueños sin haber sido soñados. ¿Qué cosas no? Como son las cosas ahora, tú tan allá y yo aquí, luchando, como siempre. Llenando noches con lágrimas como ya sabías, siempre será así, son cosas que nunca cambian. ¿Qué tal tú? Háblame de ti, ¿cómo están los estudios? Noté que has avanzado y que todo al parecer sigue como si nada. Estás un poco cambiada, ya casi no te reconozco y, sin mentir, a veces me provoca ahorcarte como Homero le hace a Bart.

Solo quería saber si recordabas aún, aquél para siempre que se nos terminó, ya yo aprendí a no añorarlo, y me siento mejor conmigo mismo sin él, pero a veces me cuesta recordar, pues aquellos días infinitos en los que nos juramos de todo ya no están, y no niego que me hicieron feliz en algún momento. A veces recuerdo tu voz, también esa llamada tan de hace poco donde tu voz se escuchaba quebrada y mis ganas de hacerte sentir bien no cesaban, caían gotas de recuerdos y no lo notaste. Puedes ver en lo fuerte que me he convertido, los sentimientos me los reservo para mi nada más, aunque ahora existe la presencia hermosa de una chica hermosa que de a poquito se va ganando eso que existe nada más dentro de mi. Me gustaría saber que tal te va en eso del amor, sé que nunca fuiste muy buena y la inseguridad recorría todo aquello a lo que le llamas sentimientos, hace poco te vi más segura de ti misma, me agradó verte así. Ya no sueñas casi y solo te fijas en lo que tienes o no, me desagrada eso. Yo sigo igual que siempre, sonriendo como si nada pasase, como si todo dentro de mí estuviese bien, algunas veces hasta me lo creo. Hago locuras y sonrío para aparentar, debo lucir una bonita sonrisa para cuando ella, la muchacha de la que te he hablado antes, esté frente a mi. Has cambiado, te he notado un poco más delgada y tu figura más detallada, eso demuestra seguridad, lo que siempre te luché. Me alegra mucho encontrarte bien, saber que aún vives con sueños que cumplir y cumpliéndolos. Ya casi termino, me queda mandarle saludos a tu madre y tu hermana, que tanto nos ayudó en lo nuestro sabes, esas cosas de niños a las que siempre jugábamos, escaparnos y encontrarnos a escondidas. Bueno, sin más nada que decir, espero te siga yendo bien, disfruta de la vida como siempre te dije que yo lo haría, sé tu misma y no olvides que: 
«Te espero cuando miremos al cielo de noche: 
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días 
en los que un beso marcó la despedida, 
Quizás por el resto de nuestras vidas.» Como Benedetti lo cita en su poema.




Alejandro José Mena Gonzalez.



Celos...

Ese sentimiento vil y rencoroso que se pasea por las calles de la envidia.

Eres mi poesía

Te me hacías en los labios,
te ocultabas en mis letras,
caminaba yo sin percatarme de tu amor
cuando me miras y me retas.
Te escuchaba temprano,
tan temprano
que no sabía si despertaba
o soñaba,
si te escuchaba
o te pensaba, si te miraba
o tomaba de tu mano.
Reía cuando reír no era una alternativa,
era feliz mientras te viese,
pues mis ojos brillan y mi alma grita.
Te encontraba, y no sabía
que en el más remoto rincón
de tu piel
escondías ese silencio
que tanto nos gusta hacer.
Delineaba tu sonrisa
daba vueltas en la curva de tus ojos,
caía sobre el tobogán de tu nariz
y dormía en las cuevas de tu oír.
El viento me llevó a aquél lugar
donde perdido estuve;
era una selva de castaños oscuros
cabello suelto
cual mar revuelto.
Respiraba de tu aire
y mientras tanto vivía en tu vida;
aunque no escuchases
lo que gritando decía
es en ti donde
está mi alma perdida.

Este es mi lugar,
mi destino
no me ves, pero estoy en ti
y aunque algunas veces
no me puedas escuchar
quedarán mis letras para traducirte el ruido.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Todo el mundo nace dos veces. Mi segunda vez, es cuando te veo.

Algo fugaz, fugaz como nuestras vidas hechas para los dos, por separado.

Eres mi amor porque te vi y te encontré. Porque no te busqué y apareciste ahí, como si ya hubieses estado antes, como el silencio, que aparece por raticos. El destino nos llevó a mirarnos, mirarnos en silencio y dejarnos ver hasta el alma. Conocí tu mirada como tu vida entera, y recorrí los caminos de tu silencio aún cuando lo dijiste todo. No nos dimos cuenta, pero la vida se nos quedó en ese amor tan infinito y tan para siempre como cualquiera, ese amor que nació de la nada tan solo con mirarte. Te veía y veía tus gestos, tus gustos, tus facciones, tu sonrisa, te veía como nadie lo hacía y tú hacías lo mismo. Nadie lo notó pero nos amamos con la mirada y te convertiste el amor de mi vida.

Bajaste del tren justo a una estación de la mía, te fuiste con mi mirada y dejaste mi vida donde estaba.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Las estrellas, y tú

Comencé a extrañarte aún sin tenerte, por segundos te extraño. No sé si será locura ésto que de pronto logro sentir en el estómago, tal vez haya comido algo que no me cayó bien, pero sé que al verte algo indescriptible comienza a pasear por mi estómago. Hace varios días me tomaste por sorpresa, en el momento no supe como reaccionar, aunque luego pude controlar todo ese desorden mental y organizar un poco mis ideas. En ese momento apareció eso que dice sentirse en el estómago, lo mismo que me hace sonreír ahorita al escribir pensando en ti. Estoy queriendo demostrarte muchas cosas y decirte muchas más, pero al momento de decirlo llega ese miedo que te invade hasta la gotita más chiquita de alma escondida en tu cuerpo.

Cada vez que te miro me sonríe el alma, y regreso a la tierra de aquel lugar adonde me llevaron tus palabras.

Repasar, vivir de nuevo y despertar

Fue un bonito día, hubo lágrimas de despedida, sonrisas de alegría y muy buenas horas de amistad entre grandes personas. Hoy fue un día de esos en los que se es feliz pero sintiendo esa especie de tristeza porque algo se va, porque algo dejas atrás. Ya sabemos que nada volverá a ser como antes, y que ésta etapa no se repetirá en nuestras vidas. Estamos subiendo otro escalón más, alcanzando una meta, construyendo un futuro. Me gustaría algún día volver a vivir lo vivido, recrear nuevamente esas experiencias de locura total, de esas que uno hace en esos momentos en los que la mente no te da más que para hacer locuras. Que día tan hermoso, recuerdo que al comienzo éramos tan solo niños en un planeta desconocido y, ahorita, al final del día, pues, mírennos. Ya no somos los mismos que éramos y en efecto, en un futuro jamás seremos lo que somos.

Como alguna vez le dije a ojos cerrados

"Porque perderte sería perderme, porque perderme sería salir a buscarte." Cuan difícil es entender a alguien que no se da a conocer, como se quiere querer si no se quieren ni las ganas de luchar.

Tambor de vida

Es una noche calurosa con un poco de brisa que se pasea por cada morada anunciando que los días calurosos están a punto de terminar, pues ya pronto se nos viene encima el infernal frío del invierno. Hacía silencio mientras escuchaba eso que sin saber que era, anunciaba de la nada algún nombre. Era su nombre, el que tanto me gusta escuchar; por eso, y tan solo por eso hacía silencio. Quería disfrutar de cada vocal y consonante que conformaban ese sustantivo propio. Por algunos segundos le negué luz a mis ojos. Quise desaparecer, y aparecer de nuevo junto a ella.

Sabía que era algo imposible, recorría caminos mil y dos veces para encontrar alguna diferencia en cada recorrido y, puedo asegurar que en cada recorrido, encontré algo distinto. Tan solo escuchaba, me fijaba en cada cosita, observaba, por algún momento sentí que no estuve, pues me perdí dentro de aquél lugar donde el mundo hace más silencio que ruido y, al hablar, solo dicen lo que deben decir. Lo que sienten. Caminaba en silencio, tan solo pensando en aquello que sabía y lo que quería saber, en lo que sentía y por último, en lo único que veía, ella. La veía porque era ella el silencio y la necesidad de hacerla, era ella la Luna y las ganas inmensas de verla en una noche despejada. Escuchaba algún tambor sonando dentro de mi pecho, pues era eso, el mantenerla ahí, a la vista lo que hacía sonar como tambores cada esfuerzo que hace mi corazón al bombearle las ganas de estar con ella a mi cuerpo. Era como caminar sin moverse, como nadar en la arena; pues era en la nada donde estaba y cada pasito que me acercaba a ella era otro paso más hacia el todo que vacía el vacío que ahí dentro reside. Como el sueño seguro al cerrar tus ojos, como las hormigas marchando al tomar tus manos, como mi alma volar al ver tu sonrisa. 

    Como un motor enorme, con una fuerza enorme haciendo mover una enorme máquina. Mi corazón. Como despertar con el sol, como dormir bajo la Luna y las estrellas. Como soñar y despertar observando nuestros sueños hechos realidad, mirarte a los ojos y que en ellos se traduzcan mis sueños. Así te quiero. Como Horacio a la Maga, como mi mirada a tu presencia.

Latía, latía cada vez más fuerte este tambor de vida. 

Hablando conmigo mismo, paseando un poco por los rincones de mí que no conocía, te encontré. Como si no supiese que ahí estás.

lunes, 6 de agosto de 2012

Es Mágico

Porque no hay silencio que me calle el alma, porque no hay mirada más pura que la de el corazón. Porque mi corazón te ve y te grita como la noche le grita al alba para que aparezca. Porque el mundo se detiene, porque la vida no es una sola cuando vives por y para alguien mas. Porque amar no significa dar la vida a la muerte, sino dársela a ese ser a quien amas con el alma.

Tal vez pocas historias queden, pero lucharía y entregaría cada gotita de sudor y lágrimas por formar parte de una historia tan mágica. Tal vez sean solo sueños y "algún día" puede ser nunca. Pero acabaré con mi vida en manos de ella, quien oculta mi ser en su sonrisa silenciosa llena tan de tantas cosas que me dejan vacío. Vacío como una iglesia a horas de la madrugada, silenciosa y llena de tantas cosas que no significan nada sin el valor que las personas le dan. Puedo darle magia a nuestras almas, y hacerlas volar tan alto como las estrellas. Es una ilusión, lo admito. Pero tal vez vivir una no sea tan malo cuando dos personas están ilusionadas tan mutuamente que hasta sus sueños coinciden. Que hasta su aire se les termina y les vuelve a comenzar en los labios. Porque amar no solo es soñar, es vivir un sueño, una fantasía imposible de cumplir, pero cumpliéndola. Porque ahí está el amor, en lo inexplicable, en lo invisible. Porque ahí está el amor, en los corazones de soñadores, soñadores que pueden estar mintiendo. Pero no, porque sea o no real, es real para el soñador, en sus sueños. Porque es confuso, como lo inexplicable del universo, pero tan maravilloso como tal. Es perderse pero encontrarse al instante, porque daría la vida entera por amar como se debe amar. Porque podría callarme por cien años, porque no podría dejar de hablarle con la mirada. Podría prometer mil soles en una mañana, y no dar ni uno. ¿Pero qué? Viviste la intriga más hermosa aunque aún sabiendo que era lógicamente imposible. Y luego de cada pestañeo, lograr encontrar un sol distinto por la mañana. Y hasta la muerte, encontrar un ocaso en su mirada. Porque no importa lo que se diga, lo que se demuestre lo que se piense. Lo único importante para dos almas es sentir, el sentir mutuo que ha de mantener unidas vidas, almas y corazones por años, hasta la eternidad. Porque la desilusión viene antes que el amor y después de él solo queda la muerte. Que durante años ha intentado romper lazos infinitos entre personas que aún amándose mueren, mueren porque morir es necesario. Porque no hay más motivos para disfrutar la vida, si fuésemos eternos no tendríamos motivos para vivir, y mucho menos para amar. Porque la vida nos enseña a aprovechar el mundo y después de la muerte solo nos queda el infinito, el para siempre. Todo es para siempre, pues siempre va a haber algo, nunca nada. Porque verte me es ir a las estrellas cuando es de día, me es encontrar el sol a media noche. 

Porque verte no es más que amarte con los ojos, y besarte lo es con el alma. 

sábado, 4 de agosto de 2012

Fugaz

Porque me detuve, te vi por un segundo. Algo tan fugaz como la estrella que cae del cielo, y tan hermoso como quien la ve para luego cerrar esos ojitos y rogar un deseo.

Como la caída de los dos, como yo ayudándote a levantar, como nos levantamos. Algo fugaz, como ver pasar las nubes en una tarde soleada.

Como pasaron los días, como te conocí, porque me enamoré. Algo fugaz, fugaz como nuestras vidas hechas para los dos, por separado.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Te veo

Cuando te veo, nazco dos veces, muero una. Cuando tu sonrisa se liga con tus palabras encuentro el inicio del mar y me detengo en su final, nada más que para comenzar de nuevo. Cuando te veo me pierdo pero me encuentro, se me terminan los ojos, aunque nunca dejo de mirarte.

Te veo porque soy ciego, porque veo lo que quiero. Porque te quiero.

domingo, 22 de julio de 2012

Nada interesante, sólo algunas cositas un poco vacías de significados.

Nadie más, solo las estrellas y yo. Vaya pero que encuentro el nuestro, una vacía noche de nadie más que de mi y el frío viento que se cuela por de bajo de mi ropa hasta casi alcanzarme los huesos. Estuve parado en la ventana observando un poco las estrellas, viendo el paisaje y concentrando mi mirada en el horizonte donde cada noche hago perder miradas de pensares ocultos, ocultos en mi y en donde solo yo los puedo encontrar. No dejo de pensar, y pensar, y pensar, hoy no fue un buen día para nada. Casi que ni siquiera fue día, pero sigo sonriendo, pues ¿qué podría ser tan malo como para dejar sonreír? Fue un día de lluvia, lluvia muy fuerte, era una tempestad llena de mucha brisa que azotaba cada balcón y cada ventana de éstos edificios un poco añejos y fuera de forma. Puedo cerrar los ojos y encontrarnos de nuevo, justo ahí, de nuevo y pues que bien, porque solo eso me hace falta, encontrarte, otra vez. Bonitas las nubes del cielo hoy, son pocas y dan paso a la luz de las estrellas, tienen formas divertidas y muy agradables a mi punto de vista, puedo notar que son nubes claras y con pocas ganas de llover, seguro el sol les coqueteó un poco y están felices, vacías de agua. O, tal vez, ya llovieron demasiado y no les quedan ni las ganas para llover de nuevo. No lo sé, es un misterio. Gran frase ¿no? "No lo sé, es un misterio." La escuché viendo una muy buena película hace varios días ya. No existe mejor respuesta que un "No lo sé, es un misterio." Es como algo que responde con una interrogante, llena de verdad e intriga. ¿Por qué murió la familia de aquél niño de 10 años el cual culpa no tiene de nada? "No lo sé, es un misterio." ¿Por qué murió el niño de piel morena habitante de África? El cual tampoco tiene culpa de la desgracia de su país. "No lo sé, es un misterio." ¿Por qué sigo pensando en ti, así como si me importaras demasiado, como si dependiese de ti y de tus palabras? "No lo sé, es un misterio." Vaya, cuantas preguntas y una sola respuesta, nos quedamos sin casi nada, o tal vez con casi todo, pero nunca nada llega a su totalidad. Pues, nunca llegamos a estar 100% seguros de algo, y mucho menos si ese algo no lo conocemos. Vaya, pocas veces ya me siento así, con ganas de desahogar con palabras. Nada interesante, sólo algunas cositas un poco vacías de significados y un toque de locura que, la verdad, me está volviendo loco. Justo hoy viendo las estrellas recordé que de pequeño mi mamá me llevaba al planetario a ver las estrellas, recuerdo que me encantaba ir allí, era como viajar al espacio sin salir de aquél sitio de espacio amplio en el cual, las estrellas, se hacían visibles a mitad del día, era como magia o algo así. Tal vez de allí nació mi pasión por el cielo y las estrellas. Por cierto, pude ver a mi progenitora sentadita por allá en una estrella, en ese lucerito hermoso que no para de brillarle a mi noche, noté que me veía, sonreía, pero no hablaba, era extraño porque lo único que quería era escuchar su voz. Pestañee, y en un instante desapareció, ya no estaba la estrella, más bien parecía un sol, brillaba tanto, pero tanto que pude notar que no era el brillo lo que veía, y, que si podía detenerme un segundo podría escuchar esas palabras que jamás olvidaré: "No sé que habría hecho sin ti, eres lo mejor que me ha pasado en la vida." Qué hermosas palabras esas cuando vienen de una estrella, ¿verdad? Qué bonita estrella, me recuerda a mi madre, fueron esas mismas palabras las que un día me dijo, ya no recuerdo si fue un sueño, si fue de verdad, o, si fue obra de esa magia que la mantiene viva en mi, la cual quiso que sin explicaciones entendiera que sigo siendo aún, la felicidad de quien, sin excusas, vino al mundo para darme vida e irse, irse a su estrella, de donde vino, porque de allí vienen los ángeles, de las estrellas y aunque a veces las nubes quieran ocultar su brillo, y no dejarnos ver cada puntito brillante en el cielo, sé que si cierro los ojos, y solo escucho, te escucharé, en cada latido, en cada respiro. Te escucharé porque te amo, y no porque tenga oídos.

jueves, 12 de julio de 2012

Y en un pestañeo...

No fue fácil, al comienzo no creía ni sabía si era cierto. Pestañeaba, cada pestañeo era volverla a encontrar, justo frente a mi. Recorría cada silencio y pensaba en ese sonido sutil que salía de su boca al pronunciar cada palabra. Supe sonreír, en realidad casi no podía dejar de sonreír, y cuando no lo hacía, era porque me detenía en el tiempo mirándola a los ojos ocultando todo aquello que los míos querían gritarle. Me detuve en aquel lugar donde solo me quedaba pensar y recordar. Aunque lo único en lo que pensaba era en ella y recordaba cada segundo anterior transcurrido mientras paseaba a su lado. Casi no respiraba, eran más bien suspiros silenciosos los que caminaban de mis pulmones a las vías respiratorias hasta llegar a mi nariz, era todo un paseo de ángeles gritando en silencio cada palabrita que viajaba de mis oídos hasta aquel remoto lugar en mi cerebro, que se encarga del entendimiento de las palabras, el cual no trabajaba bien y entender me costaba, pues había una marcha de hermosas fotitos de ella, capturadas en el momento viajando de mis ojos hasta aquel lugar donde se alojan esas fotografías mentales que nunca olvidas, y obstaculizaban un poco el paso. Por mi piel marchaban esas hormiguitas invisibles que se hacen espacio corriendo por el estómago y deteniéndose un poco en el pecho. En mi mente, en aquél momento un poco vacía, daban vueltas esas pocas palabras que aun queriendo decirlas, me costaba decir, pues en mi legua caminaban un sin fin de personitas queriendo todas hablarle a la vez, y muy poco me dejaban hablar con claridad. Mis pies reposaban sobre blancas nubes, mis manos rosaban con delicadeza el cielo y mi corazón latía un poco más rápido de lo normal. No existía un mundo, más el que mi subconsciente creaba en su sonrisa. No sabía si sonreír o preocuparme, tal vez hacía un poco de las dos. No sabía si pensar o hablar, si correr o caminar, si volar o nadar, no sabía. Estaba perdido, sólo me encontraba cuando ella dirigía su palabra hacia mí, entonces me daba cuenta que estaba ahí y que no era un sueño. Varias veces intenté despertar, tropecé a un muro, intenté tumbarme al suelo a ver si en esas pegaba un brinco y salía de la cama, pero no, no era un sueño. Caminamos y caminamos hasta llegar a aquél muelle, vaya, el muelle. Fue ahí donde, las fotitos en mis ojos, los ángeles y las personitas en mi lengua desaparecieron. Justo en ese momento todos se concentraron en la parte alta de mi estómago y comenzaron a correr y correr, como niños jugando en un parque, subían y bajaban, brincaban y, si se caían, volvían de nuevo a levantarse hasta poder alcanzar a la personita que le antecede, eran miles, y antes, creí pensar que no existían. Supe aparecer y desaparecer por instantes, cerré los ojos, los abrí, y en un pestañeo pude volver a encontrarte, de nuevo.

martes, 3 de julio de 2012

Al Revés.

Adiós. Fue un placer haberte visto, gracias por ésta tarde y noche hablando, de todo, de ti, de mi, de los demás. No siempre se tiene la oportunidad ni a la persona para hacer éste tipo de cosas. Me agrada la idea vaga que tienes de no ser tú por un día. Yo estoy a punto de una obra maestra, quizá una locura, me agrada tu idea. Debe ser genial, algún día fotografiaré al mundo, tal vez no de esa manera, pero fotografiaré tu sonrisa. ¿Tú que hiciste ayer?. Ayer caminé un poco por esos largos caminos que dejé sin recorrer, a veces me detengo y me desvío del camino. Quise cruzar la calle como un loco, con la luz en verde y en medio de la autopista, necesitaba un poco de adrenalina. ¿En serio? Jajaja, que chistoso, yo hice algo parecido ayer. No te creo, que hayas hecho eso. Estuve loco por escribirte, nada con sentido, hice una locura en letras, pero al parecer gustó poquito. Oh, qué bonito gesto de tu parte, amiga. ¿Qué? ¿Que me escribiste algo?. Por cierto, dime eso que no me dijiste ayer por teléfono, las cosas tampoco son así Verónica, que abuso. Ya olvidaba, ayer tuve que cortar la llamada así tan de repente, llegó mi jefe a la oficina y por poco me descubre haciendo llamadas indebidas, fue muy chistoso. Tranquila, tienes que sonreír, a ver, sonríe, me encanta tú sonrisa, en mi mente no dejas de sonreír, eres feliz ahí porque así me gusta verte. Sólo hace falta que tú lo encuentres. ¿Cómo pasó eso? Sé que son momentos duros, pero a veces solo tienes que dejar que las cosas pasen, que todo fluya, todo tiene un motivo, como tú sonrisa, también tiene un motivo. Algunas veces necesitamos más que eso, necesitamos a alguien que junto a nosotros nos haga felices, o por lo menos algo parecido a ser feliz. Antes de que me cuentes, recuerda que vinimos al mundo con un fin, ninguno al nacer ni comenzando a vivir encontramos sentido o significado, ni siquiera conocemos el fin, sólo sabemos que necesitamos respirar para vivir. Vaya, pero qué genial, me alegra mucho que te haya ido bastante bien, pronto visitaré Castle Comb, intentaré fotografiar bastante para traer recuerdos. ¿Cómo te fue en tu viaje a Inglaterra? Me contaron que viajaste, ¿qué me trajiste? jajaja, es broma amiga, noté que llegaste con tu acento un poco cambiado. Me alegra mucho eso, yo apenas estoy a la mitad del mío y aún no logro encontrar esa inspiración para terminar de comenzar, tu sabes. ¿Seguiste escribiendo? Me dijeron que ya estabas por terminar tu segundo libro. Jajajaja, si sé que estoy un poco loco, pero tal vez sea una buena idea, nadie espera algo así y el impacto que traería hacia las personas sería algo magnífico, ¿no te parece? A lo mejor hasta les guste. A diferencia de una historia normal, ésta comienza con el final. Algo así. Te contaré mi idea, habla de dos personas, sentadas luego de un reencuentro después de varios años sin verse, dos escritores, viejos amigos de la secundaria, ya un poco distanciados pues decidieron tomar caminos distintos, Santiago y Sofía. No sé si te enteraste que ya estoy escribiendo mi tercer libro, está un poco desordenado por páginas y aún no le encuentro el orden correcto. Me contenta mucho. Me enteré que ahora trabajas para la nueva editorial, Nochesinluna ¿es cierto eso?. Excelente, me alegra muchísimo que estés bien, cuanto tiempo sin verte. ¡Vaya! Pero es que cuanto has cambiado, ¿cómo estás vieja amiga?. ¿Eres tú? No puedo creerlo, ¡¡holaa!! 

¿Quién es capaz de salirse de la rutina? ¿De hacer algo distinto? Ésta historia relata el encuentro de dos, que fueron uno sin que nadie lo supiese, aunque comenzando por el final. Cuando estés triste, sonríe, y, si estás feliz entonces llora. Tal vez el cambio sea bueno para sus vidas, hagan el intento, ya yo lo intenté. Bienvenidos, éste es mi mundo, al revés.

domingo, 1 de julio de 2012

Sonríe


Le encontré la gracia al silencio, al silencio de tus palabras. Se nos vistió bonita la noche hoy, lindas estrellas que lleva puesto el cielo. Encontré una canción de esas que te hacen soñar y, a que no adivinas, soñé con dibujarle una sonrisa a tu alma, soñé con ver el cielo y las estrellas. Ahora puedo decir que mis sueños se hicieron realidad. Dejé de buscar para encontrarte, dejé de buscar porque supe que donde menos me lo esperaba ibas a aparecer. Muchos no comprenden, en realidad creo que pocos comprenden, pero ¿y qué con eso? Yo siempre sonreiré cuando todo se esté cayendo. ¿A quién le hace mal una sonrisa? Hace días sentí una felicidad inmensa, sería a lo mejor por ti y tus palabras, o quizá por algunas metas alcanzadas, tal vez por lo bonito del cielo y las estrellas, o quizá todo esto metido en un licuador. Como cuesta una sonrisa cuando la situación no se presta para sonreír, pero como vale cuando alguien o algo, llega en el momento justo y sin mucho esfuerzo logra sacarte un gesto de alegría. Sonríe.

Quise escribirle algo dedicado a mis ganas de hacerte aunque sea un poquito feliz. Quise escribirte sonrisas en los labios. Tienes tanto oculto en esa sonrisa, tu timidez, tu alegría, tus pensamientos y todas esas cosas que no puedes decir tan fácil. Sólo me queda pasar los días, tal vez meses, a lo mejor años intentando descifrar esa sonrisita tan llena de todo sin que ni siquiera tú, notes que me encanta verte sonreír. Tal vez no lo has notado, pero cuando sonríes, brilla más la luna, se aclara el cielo y se ven muchísimas estrellas. "Como quien te hace sonreír si sonríe." Cada vez que sonríes haces feliz a alguien que está queriendo hacerte feliz. Quise ganarme tu sonrisa y con ella llevarte a pasear tomando juntos las estrellas. Tal vez no encuentre las palabras necesarias para decirte todo lo que me dice tu sonrisa, pero encontraré sonrisas que te digan en la luna que las estrellas aún esperan por nosotros.

domingo, 24 de junio de 2012

El cortometraje

    Era una tarde calurosa en aquella estación de trenes en la que por primera vez vi el rostro de aquella mujer, aquella mujer que despertó en mi cuerpo aquellas ganas de amar. Era de estatura media, pelo negro, piel morena y una sonrisa que al detallarla irradiaba una luz que sin querer alumbró toda la estación y mucho más que eso, me contagió con aquella inmensa magia. No podía solo verla así que disimuladamente me acerqué y en un tono de voz fuerte y seguro pregunté:

—Disculpa ¿qué hora tienes? -ella muy directa me respondió:
—Son las 3:43PM.
—Gracias. -Le dije. Sin pensarlo dos veces le pregunté: ¿Cual es tu nombre? -Ella con un tono muy despreocupado me responde:
—Camila.
—Que hermoso nombre tienes, mi nombre es Sebastián, un gusto conocerla, ya pocas veces vemos caras bonitas pasearse por estos andenes, para esta fecha pocas personas viajan para tomarse un respiro, la gente prefiere más las ciudades, el ruido y todo aquello del estrés. -Aquella dama casi sin prestarme atención responde:
—Ah si, claro, ahora la gente no sabe lo que es vida. -Justo en aquel momento llega el tren que nos llevaría hasta aquél pequeño pueblito de Inglaterra llamado Castle Combe. Es un pueblo muy pequeño y realmente bonito. Algunos lo califican como el pueblo más bonito de Inglaterra. Me dirigía a aquél lugar con el fin de despejar la mente y en busca de esa musa que se me presenta al estar en un lugar tan hermoso y tranquilo, estaba a la mitad de mi libro y esperaba que al llegar allá poder adelantar otro poco.

    Entramos en aquél tren, ella entró por la puerta número 3 y yo por la 5, teníamos pautados asientos un poco separados. Yo estaba un poco despistado, la noche anterior no había dormido bien y me costaba desplazarme con rapidez. Al entrar fui directo hacia el asiento número 323 que era el que marcaba mi boleto, era un cómodo asiento acolchado, y, por suerte junto a la ventana. Recuerdo que habían varios niños gritando y jugando con sus padres, era algo un poco molesto para alguien que no había podido dormir bien. Vi abordar el tren a dos señoras, muy ancianas por cierto, que hablaban del estado económico del país, me asombró mucho pues no pensé que dos señoras tan mayores estuviesen tan bien informadas. Varios minutos después, a lo largo del tren escucho la voz de una chica hablando por teléfono, no pude evitar escuchar lo que decía, noté que no estaba pasando por buenos momentos y justo cuando en una oportunidad, logré mirar hacia atrás era la misma chica con la que hablé antes de entrar al tren, Camila. Vi algunos puestos vacíos un poco más cerca de ella y con cautela me corrí varios asientos hacia atrás. Logré llegar cerca de donde estaba y sin que Camila se diera cuenta le di un leve susto con un:
—Hola, soy yo de nuevo.
—Vaya, que susto me diste. ¿Ahora qué quieres? Si vienes a pedirme la hora de nuevo son las 4:03PM
Sin siquiera responderle a sus preguntas hice como si no le fuese prestado atención y dije:
—Bonito día ¿no? Ya casi va a comenzar un hermoso atardecer, el día entero estuvo lleno de mucho sol y un cielo azul clarito. ¿Acaso no te parece un hermoso día?
Ella responde con su típico tono despreocupado por lo que digo:
—No tengo tiempo ni ganas para estarme fijando en qué tan bonito está el día o lo muy hermoso que está el atardecer, tengo muchos problemas, así que disculpe, pero ¿se puede retirar?
Un poco decepcionado me mantuve varios segundos en silencio hasta que pude notar lo que sucedía y dije:
—Está bien señorita, me retiraré con gusto. Conserve ésto, es un potecito con miel, alguna vez alguien me dijo que para el camino siempre llevara un poquito de miel para endulzar esos momentos agrios, para suavizar momentos duros. Llévelo con usted y recuerde siempre que esté pasando por malos ratos, probar un poco de esa miel que siempre va a ir con usted, para endulzar su camino. Que tenga muy buenas tardes.
—No te vayas, Sebastián. Podremos hablar un poco. Dijo Camila justo antes que terminara de levantarme del asiento.

Se convirtió en un largo, bonito y agradable atardecer de hablar sólo con ella.

Continúa.

viernes, 8 de junio de 2012

No era locura, es amor.

La tomé de la mano, cuando comencé a sentir su amor hacia mi, la tomé de la mano.

He de conversar con ella cada mañana helada, cada tarde calurosa, cada noche fría. Ella es el punto de encuentro que tienen mis labios y mis ganas de besarla. Respiro distancia, así lograré un día consumirla toda. La tomé de la mano, la llevé a un paseo por el muelle, le mostré un hermoso atardecer y conmigo la llevé a aquel lugar especial donde guardaban reposo los mejores paisajes. De sus labios fríos sale un tímido "te quiero", una sonrisa clara y el enrojecimiento de mis pómulos hace notable mis ganas de decírselo también. Te quiero, le dije con voz clara pero un poco temblorosa. Pues estaba atragantado de tantos nervios que a poco me dejaban respirar. Caminamos por aquél muelle, tomados de la mano, insistiendo cada uno en no querer separarnos.

Recuerdo haber visto un hermoso anochecer, le hablé de aquello que me inspiraba. Le conté sobre mi pasión por ver el cielo en cada noche fría, y mis ganas de escribir que se me gastan pensando en ella. Recuerdo que al haberse ido a su casa la llamé y le dije algo como:
—Oh, sal un momento a la ventana y si puedes ve hacia el cielo.
—Si, ya estoy justo en la ventana y mirando al cielo ¿qué sucede? Respondió ella con un tono un poco extrañado.
—Cuéntame qué es lo que ves en el cielo, cuéntame con detalles que observas. Le dije, nervioso pero con voz que me hacía para ser confiado.
—Veo muchas estrellas, es una bonita noche. No logro ver la Luna desde aquí, pero si se llega a ver un poco de su brillo. ¿Por qué quisiste que hiciese ésto? Está hermoso el cielo y la noche, pero como casi siempre ha de estar.
—Qué casualidad. Le dije. Yo veo un cielo exactamente igual al que tu ves. Veo millones de estrellas, cielo poco despejado y el muy hermoso brillo irradiante de la Luna. Aunque sin que tu te des cuenta, lo que más me gusta ver, es el reflejo de tus ojos en mi aguita de cielo. No estamos tan lejos, date cuenta que vivimos bajo el mismo cielo, y que caminamos sobre el mismo suelo. Estamos cerca, más de lo que puedas pensar.
—*sonrió* y ella en voz baja dice: "Lo mejor de todo no fue ver el cielo y escuchar esas hermosas palabras que me dijiste, la mejor parte estuvo en ese momento en el que pude notarte al salir de tu ventana, mirar al cielo y esconder una sonrisa en aquél lugar al que le llamo, mi corazón."

Fue entonces cuando noté que no era locura, es amor.

lunes, 4 de junio de 2012

Una oscura noche clara

Una bonita noche ¿no? Cielo despejado, hermosa Luna y las millones de estrellas que en el cielo habitan. Una bonita noche de ella, de mí, de nuestras ocurrencias. De hablar, de las palabras. Lo que pienso, lo que piensa. Ya son varios días éstos en los que tuve ese valor de hablarle, la primera vez aquel día en aquella parada de autobús en la cual los dos esperábamos nuestro transporte. Ha de vivir justo a dos casas de la mía. "Tan cerca pero tan lejos" podrían decir, yo solo diré que aún estando lejos lucharé por acercarme. Ésta noche hermosa comienza luego de un hermoso atardecer. Vi como el Sol enamorado hizo sonrojar las nubes. Ahora veo como la Luna solitaria recibe miradas enamoradas de seres que jamás podrán tenerla. Es hermosa, desde mi punto de vista. Hermosa como ella, como quien te hace sonreír si sonríe.

Estoy a punto de perderme en su sonrisa tímida. Cada vez que sonríe se paraliza mi mundo mientras logro imaginar esos segundos a su lado que sé que no olvidaría. Qué bonita noche, me hace pensar que en algún lugar del mundo esté otra persona diciendo lo mismo, o tal vez lo contrario. Me hace pensar que está ella desde su ventana observando el mismo cielo que observaríamos si nos dejáramos ya de ver para imaginarnos juntos. Estoy a punto de gritar que me gusta y que quiero estar con ella. Pero no saben cuan difícil es. Descifraré su mirada, nadaré en sus palabras, a ver si así me encuentro. Porque aunque no lo crean, no hay silencio que no me hable de ella. He comenzado de nuevo el ciclo, la Luna, las estrellas, ella, yo, nuestras vidas y la lucha inminente de mi ser contra mi alma, al no lograr ver en otras lo único que encuentro en su sonrisa. Esa sinceridad, esa ternura, está tan llena de todo que hace ver todo lo demás como nada. 

Corramos riesgos, intentemos algo. La vida está llena de oportunidades y de opciones. Nosotros sabremos si tomarlas o no. Yo ya tomé una, y es volver a lo de siempre, comenzando desde un nada para justo terminar en ti. No hay riesgo alguno, mas que el de pasar de no sentir nada a sentir algo que pocos comprenden. Sigamos por nuestros caminos, aunque tomando en cuenta que podemos cruzar de calle para caminar sobre la acera donde algún otro camina. Hagamos de este ratito de vida, un buen ratito de felicidad, juntos. No importa quien caiga, no importa. Solo importa que siempre esté alguno para ayudar al otro. Aunque no lo veas, siempre habrá un cielo, una Luna, y millones de estrellas que esperan vernos juntos. Asómate por un segundo en la ventana, ve las estrellas, y dime si ves lo mismo que yo. Las estrellas son millones de deseos esperando caer para ser deseados.

Ojalá nos volvamos a encontrar en aquella parada de autobús.

domingo, 20 de mayo de 2012

Tal vez sea un poema, o una canción de amor.


desperté en tus labios, caminé por tu sonrisa
nadé en el mar de piel que encontré bajo la brisa.
Recorrí los aires del cielo de tus ojos,
hasta llegar a aquel lugar donde estuvimos solos,
viendo estrellas y en la más brillante entre todas ellas,
me senté mientras por tu cuerpo iba dejando huellas y que bellas,
esas cositas que por ti sentí cuando junto a ti,
pude decir que fui feliz, o lo soy,
porque no niego que a tu lado estoy
Sé que estaremos juntos aunque tal vez no sea hoy
Y voy, dando pasos hacia ese mañana donde en la mañana
Despertemos juntos en la misma cama
y, ¿que ganas no? De envejecernos dándonos un beso eterno
y que viajemos a otro mundo tan solo con vernos.
Nacer, crecer y envejecer mirándote a los ojos, y cuando estemos solos
Hacerte más que tuya. mi mujer.

El final de mi comienzo.

Comencemos con el final, hagámoslo terminar hasta que comience de nuevo. Es hora de vivir nuestro primer último día, nos toca respirar y dejarnos ir hasta el final porque es en el final el lugar en el que nos damos cuenta de lo que amamos de verdad. Hoy quiero vivir un día como el primero, sin saber nada, y disfrutarlo como el último, sin preocupaciones. Que sea éste el día en que nos conozcamos, que nos de tiempo de hablarnos y contarnos todo, que nos de tiempo de comenzar y culminar. Éste día comienza contigo, es el último aún siendo el primero porque mañana no es hoy y mañana es tan solo un final distinto. Hagamos de el final un comienzo; terminemos de comenzar de una vez por todas. Terminemos con los días de tristeza y comencemos con esos días llenos de alegría, días de lágrimas, pero de alegría. Amemos como amamos un último día, aunque sin conocer, como un primer día. Démosle un final a ese comienzo incompleto. Nadie sabe que nos depara mañana, y, mañana es tan solo un nuevo comienzo. 

Ven y enséñame a terminar conmigo, cuando comencé no supe como culminar con mi comienzo. Y aquí estoy, al final de un día que temprano comenzó en ti, pero poco a poco fue dando fin en mi. Ven, dale fin a estos labios que un día comenzaron en los tuyos. Haz que tu cuerpo culmine en éste, que, en un tiempo comenzó por culminar sobre el tuyo. Regálame el final de tu historia, pues nunca comienza como deseamos, pero siempre el final es feliz. Voy hacia ese lugar donde un día comencé mi historia, uno nunca sabe en qué pueda terminar. Sólo sabemos una cosa. El comienzo y tú, mi final, van tomados de la mano. Comencé por verte y mira, terminaste por leerme.

Comencé en tus labios, y terminé en tu alma.