viernes, 18 de enero de 2013

Despedida

He dejado de estar un poco en todos lados, estoy poco aquí, poco allá, estoy poco por todos lados. La lejanía de las cosas era una necesidad, era algo que del silencio, hoy, se convierte en un dulce respiro de dolor. Tenemos tiempo para muchas cosas, pero jamás tiempo para todas, es triste. He recorrido caminos sin querer, otros queriendo, algunos hasta de sorpresa, y lo he disfrutado. La vida se va yendo de a poco, y yo me voy yendo con la vida. Han cambiado algunas cosas, como las sonrisas, que han cambiado por lágrimas, y viceversa. 

Las noches son un poco más frías para esta fecha, y con "un poco" me refiero a: bastantes más frías para esta fecha. El silencio y la soledad me arropan, aunque gracias a quien sabe qué, de lo que está allá arriba, he logrado no dejarme consumir ni por el uno, ni por la otra. Los lápices ya no figuran conmigo, las letras me saben amargas y las lecturas, no son lecturas. Pero intento leer, pues es tanto mi pensar al irme fuera del libro, que me hace crecer un poco cada noche. Los silencios los tomo como compañía, a Soledad le invito un café, y a ti, te dejo pasear por un lado de mi cama, aunque intentando no hacer contacto contigo, ya he mejorado en eso, y aunque mientras más días pasen y tú más me dueles, yo sólo sé no demostrarlo. Pues, si en silencio me he enamorado, moriré en silencio, que es mi compañía. Así se han ido mis días de cambio, mi nuevo año, mis fríos días de Enero. 

El viento, que me enfría hasta los huesos, es un venir de nostalgias desconocidas, extraño. Sí, tal vez más extraño de lo normal, porque me niego a asumirlas como mías, aunque consigo traigan mi nombre. Las rechazo, porque ahí afuera vivirán por siempre, donde nadie las quiere, donde no las necesito. Así he dejado varias cosas, afuera, y ya no más. Me cansé, y el cansancio se ha convertido en un peso enorme que aprieta mi pecho con todas sus fuerzas, y aunque ruegue una tregua, jamás cede. Y eso no puede seguir. Siguen las sonrisas sin ganas, la felicidad alterna, y la tristeza, pero esa última, sí en su más pura versión, y ya lo noté desde hace mucho. He muerto ya, a causa de su gran poder, y si no, cuando falta, es una ausencia enorme, pues ella, aunque duela, mantiene en mí a esas personas que amo, pero que ya no están. Es el silencio compañía, Soledad y su café, es todo lo que me duele pero que me hace falta. Lo que no necesito. Es un mar de recuerdos vivos, y estoy siempre solo al recorrer ese mar. Por eso el tiempo es necesario, y hay millones de caminos por recorrer, millones de cosas por hacer, la vida es un nido de alternativas, de caminos nuevos, de oportunidades y, como son las oportunidades las que nos eligen, tomaré mi tiempo, uno largo, para notarlas vivas en mi camino, para acariciarlas como un amante a su amada. Para que sea suficiente un beso, y amarlas.

Y una vida para disfrutarlas.

Adiós.