lunes, 19 de enero de 2015

Leves precipitaciones

Usted no sabe amor, lo triste que se torna mi voluntad de vida cada vez que me mira y yo no sé decirle que la amo con los mismos ojos de siempre. Que lloran porque no la encuentran cerca, que son la continuación de un corazón nublado que se precipita cada vez que usted está y decide irse. Amada, usted no sabe qué triste se torna mi mundo cuando, sin querer, llegan los presagios a molestar e insinuar su ausencia, usted no sabe cuánto los odio, amor. Qué triste y qué doloroso es el creer que usted piensa también en ausencias, la mía, o la suya de mí. Ya no importan huellas, no volaré bajo nubes que no sean las suyas, jamás nadaré sobre mares que no sean los suyos; y puedo jurar por Dios, si quiero, ¡y claro que quiero!, que la verdad de lo que soy, es lo que complementa su falta de cualquier cosa que pueda ser yo. Y por usted lo soy todo, amada. Y qué dolor creer que usted se va, qué triste la soledad, qué triste quedar vacío y qué triste su ausencia; es que su ausencia pesa más que cualquiera, porque usted ha sabido caminar conmigo y con el peso de mis penas, me ayuda, amada, usted me salva de mí. Qué sería de mí si usted se va; qué sería de mí, de mis penas y del peso de su ausencia, ¿¡qué sería de este mundo!? No me duela tanto, amor, que yo la amo y la quiero junto a mí, codo a codo, con su amor en mis ojos, y con su paz en mis brazos.

sábado, 10 de enero de 2015

Venezuela mía

Cuán golpeada te tienen, Venezuela, qué triste y golpeada estás. Tú, tan rica, tan hermosa y tan llena de todo lo que eres, invadiste mi alma con tu nombre de Pequeña Venecia, con tu luz y tu aroma, hasta con el caribe que recorre tus costas; pero mira cómo te tienen, Venezuela, golpeada, triste, insegura y fría. Y qué dolor, Venezuela mía, que tu gente que soy yo y los que de ti venimos no sepamos ayudarte aún. Porque eres madre mía y nuestra, eres madre y das amor; ¡pero qué triste estás, mi Venezuela! Y cómo no, si vives para ver a tus hijos sangrar, y lloras, Venezuela, ¡y no llores, por favor! Porque qué dolor, no sabes qué tan doloroso es ver que a tu riqueza se la roban algunos hijos tuyos pero que ya no te sienten madre, Venezuela. Y nos duele a nosotros que te sabemos madre, como a ti. ¡Pero no llores, patria mía! Que la verdad es fuerte y el amor de madre nunca muere; porque eres patria, eres hogar eres madre mía y nuestra; y no, ya no eres aquella Pequeña Venecia, ahora eres La Gran Venezuela.