lunes, 4 de junio de 2012

Una oscura noche clara

Una bonita noche ¿no? Cielo despejado, hermosa Luna y las millones de estrellas que en el cielo habitan. Una bonita noche de ella, de mí, de nuestras ocurrencias. De hablar, de las palabras. Lo que pienso, lo que piensa. Ya son varios días éstos en los que tuve ese valor de hablarle, la primera vez aquel día en aquella parada de autobús en la cual los dos esperábamos nuestro transporte. Ha de vivir justo a dos casas de la mía. "Tan cerca pero tan lejos" podrían decir, yo solo diré que aún estando lejos lucharé por acercarme. Ésta noche hermosa comienza luego de un hermoso atardecer. Vi como el Sol enamorado hizo sonrojar las nubes. Ahora veo como la Luna solitaria recibe miradas enamoradas de seres que jamás podrán tenerla. Es hermosa, desde mi punto de vista. Hermosa como ella, como quien te hace sonreír si sonríe.

Estoy a punto de perderme en su sonrisa tímida. Cada vez que sonríe se paraliza mi mundo mientras logro imaginar esos segundos a su lado que sé que no olvidaría. Qué bonita noche, me hace pensar que en algún lugar del mundo esté otra persona diciendo lo mismo, o tal vez lo contrario. Me hace pensar que está ella desde su ventana observando el mismo cielo que observaríamos si nos dejáramos ya de ver para imaginarnos juntos. Estoy a punto de gritar que me gusta y que quiero estar con ella. Pero no saben cuan difícil es. Descifraré su mirada, nadaré en sus palabras, a ver si así me encuentro. Porque aunque no lo crean, no hay silencio que no me hable de ella. He comenzado de nuevo el ciclo, la Luna, las estrellas, ella, yo, nuestras vidas y la lucha inminente de mi ser contra mi alma, al no lograr ver en otras lo único que encuentro en su sonrisa. Esa sinceridad, esa ternura, está tan llena de todo que hace ver todo lo demás como nada. 

Corramos riesgos, intentemos algo. La vida está llena de oportunidades y de opciones. Nosotros sabremos si tomarlas o no. Yo ya tomé una, y es volver a lo de siempre, comenzando desde un nada para justo terminar en ti. No hay riesgo alguno, mas que el de pasar de no sentir nada a sentir algo que pocos comprenden. Sigamos por nuestros caminos, aunque tomando en cuenta que podemos cruzar de calle para caminar sobre la acera donde algún otro camina. Hagamos de este ratito de vida, un buen ratito de felicidad, juntos. No importa quien caiga, no importa. Solo importa que siempre esté alguno para ayudar al otro. Aunque no lo veas, siempre habrá un cielo, una Luna, y millones de estrellas que esperan vernos juntos. Asómate por un segundo en la ventana, ve las estrellas, y dime si ves lo mismo que yo. Las estrellas son millones de deseos esperando caer para ser deseados.

Ojalá nos volvamos a encontrar en aquella parada de autobús.

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