martes, 30 de diciembre de 2014

Carta a mi amor

Estas brisas decembrinas que nos arropan los huesos por aquí por Los Altos Mirandinos son una cosa seria. A veces uno siente que le fracturan el alma y qué dolor, de verdad. Estas brisas de Los Altos... que traen recuerdos de los bajos y los tristes, que arropan y asfixian, estas brisas que congelan y amarran. Saben a fríos lugares, recorren puentes buscando suicidas, abarcan zonas de gente sin alma, abrazan y consuelan a la tristeza que es pobre y consume. Qué triste noche, qué triste brisa que inspira obras de tristes autores. Estrellas, luna y una habitación que necesita amantes, sola y triste, triste y fría, amor. Y aquí, un pobre autor de obras a veces tristes, inspirado por las frías brisas de Los Altos, por el recuerdo, por la lejanía de tu perfume, por una habitación que ya no huele a sexo, por las ansias del calor de tus manos y la fiel caída de tu cabello hacia mi pecho. Qué tristes y frías brisas que vienen y me entumecen los labios y el corazón, que despojan de mí pobres y frías obras que no necesitan de autores tristes, ni de cálidas habitaciones con olor a ti, ni de unas manos que las proyecten porque son magia y se alimentan del frío decembrino que nos abarca en Los Altos; amor, pero qué tristeza estas brisas decembrinas cuando tú no consumes mi alma con tu calidez, qué tristeza cuando tu aroma no abunda... qué tristeza amor, cuando las frías brisas de Los Altos Mirandinos llegan por las noches, y tu cuerpo se consume por las frías brisas de algún lugar del mar a la deriva, tan lejos de mí.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Signos de infinos amantes

Usted sabe, amor, de qué estamos hechos, usted sabe. La conjunción de nuestros conceptos como seres materiales y como energía son casi la traducción de lo que somos en pareja, y casi porque yo sé que a usted le gusta mirarme y me distingue de usted como su parte mejor vista, y yo la miro a usted como la parte magnífica de lo que no encuentro en mí. Amor, yo sé que usted sabe que lo nuestro es algo que se encuentra más allá de lo que el mundo cree, yo sé que simples ojos no nos notan como el arte y artista en plena manifestación de sí mismo. Pocos saben traducir lo que significa nuestro idioma. Amor, yo sé que usted nota la grandeza de lo que significa la unión de nuestras miradas. ¡Qué fortuna, amada! Que yo pueda mirar al infinito y encontrar sus ojos como quien mira al mar destinado a perderse en él. Usted conoce mis secretos, y los secretos que todavía no le cuento usted ya los sabe, porque usted conecta sus creencias a mis Dioses, porque usted es devota de un amor infinito que cumple milagros. Yo sé que nuestro amor existirá por siempre frente a aquellos amantes que se miran e invocan sueños perdidos. Yo sé que somos un signo del paraíso en esos lugares en los que permaneceremos siempre. 

Amor, la realidad es otra, todo lo que miramos es simple vacío, y yo sé que usted lo sabe, y sé que lo sabe porque nuestro amor revela verdades. Nuestro amor nos ha enseñado a mirar, y más que mirar, a darnos cuenta que lo que existe es poco, y lo que nos queda es descubrir lo que aún nadie ha descubierto. Y usted sabe, amor, usted lo sabe, y lo sabe porque mis deseos se lo han dicho, que su cuerpo y todo lo que usted es, lo descubren mis ojos y manos... mis ojos cuando la miran, y mis manos cuando la
                             des
                                         vis
                                                te
                                 
                                                                        n.

domingo, 20 de julio de 2014

Alma en pena

He olvidado quién soy, ya casi no me reconozco. No me veo igual, tal vez más alto, tal vez más flaco; quién sabe. He olvidado quién soy y ya no me importa recordarlo, voy perdiendo caminos y eso que aún ni los alcanzo, voy muriendo, quizás. Pobre, tal vez sea eso, soy pobre insitador de vida, triste, melancólico, ¡pobre! Todo lo que amo se ha ido, ¿¡por qué se van si son lo que más necesito!? Por favor, no me dejen. Sé que soy pobre, y que si se van es porque no tengo nada que ofrecerles, pero estoy muriendo, casi puedo asegurar que ya respiro menos. Qué idiota, ya ni sé quién soy, ni cómo me llamo, ni a dónde voy. Ahora tampoco me interesa saberlo, porque lo pobre me ha quitado las ganas de seguir. He sido demasiado débil, frágil, y nunca he podido superar eso. Soy más tristeza que alegría, ¡triste!, ¡melancólico!, ¡pobre! ¿Por qué tan débil y pobre? No lo sé, a lo mejor no he sabido complacer al fantasma que tenía tomado por la chiva, pero que ahora es él el que tiene atada una soga a mi cuello. Él sabe que, quizás, ahora sea yo más muerte que vida, también está seguro de que mis estupideces no llevan consigo ni un poco de mí. Él sabe que no soy yo; y yo solo sé que he olvidado quién soy.

domingo, 13 de abril de 2014

Teorema sobre eternidades

Oh Cielo, ahora que conozco tu paz
ahora que te tuve en mis manos:
puedo morir feliz.
Conocí tus cumbres y tus abismos;
conocí tus costas
tus mares
tus cordilleras
y tus volcanes.
Ahora, Cielo, que conozco tus auges
y tus ocasos
ahora puedo vivir en paz.

Oh Vida, te tuve y ya no;
también a ti te colmé de mí
y de cielo
de paz
y de vida.
Y ahora que ya no te tengo, Vida:
puedo morir en paz.
Pues esta muerte
llena de cielo
de paz e irónicamente de vida
es mi anhelada eternidad.
Y eternidad puede ser casi
un sinónimo de libertad
porque en ti,
Cielo y Vida
soy eterno y libre
libre y tuyo, amor.

Oh, Amor, ahora que conozco tus constelaciones
o, ¡ahora que conozco tus universos!
podría yo jurar que esta vida es vida
y muerte
paz
y delirio
la sed
y el agua,
esta vida es de ti, Cielo y Vida
y de mí eterno en tus cielos
y en tu vida, amor.

Y de qué manera tú
mi fiel instrumento musical
con tu cuerpo que es arte y artista
invadiste mis avenidas
mis rincones
mis mares
y mis desiertos;
¡pero de qué manera tú! que eres amor
y paz
me invadiste la vida
y la piel
los labios
la mirada
y los recuerdos
con tu voz que es blues y jazz
con tu piel que es tuya
y mía
con tus versos
con tus manos que me recorren dejándote en mí
con tus besos dibujándome eternidad en los labios
y huellas en mis altares.

Oh Cielo, ahora que conozco tu paz
ahora que sé que la eternidad existe
ahora que he sido libre y puro
puedo jurar por Dios
si quiero
que el amor
la libertad
y la vida
no son lo que son sobre tus nubes
con tus vientos
y tu sol.

Oh, Cielo, ahora que fuiste mía
lo serás por siempre:
aunque ya no nade sobre tus mares
aunque ya no vuele bajo tus nubes.

Amada mía
ahora que te siento tan mía y tan en mí
podría jurar por Dios
si quisiese
que las huellas, tuyas y mías
descansarán sobre ambos cuerpos
hasta que nuestras pieles decidan convertirse en polvo.
Aunque ya no nades sobre mis mares
aunque yo ya no vuele bajo tus nubes, amor.

Informe sobre soledades

Soy un viejo, un anciano ya casi vacío de vida, tengo momentos vividos, anécdotas e historias que contar. Tengo los ojos secos de tantas lágrimas que he derramado, los dientes sucios de tanto que he sonreído, la piel arrugada de tanto que me la han acariciado y, sin embargo: no tengo nada. Tengo pocos bienes, no soy adinerado y nunca pretendí serlo, pues a mi parecer, la libertad de hacer lo que quisiera era prioridad antes de entregar mi vida a un empleo o a algún negocio. He hecho locuras, me he arrepentido de varias, debo aceptarlo; he peleado en bares de mala muerte, he dormido con modelos y con las putas más baratas que alguien podría imaginar. Perdí la dignidad en un negocio vil y fuera de lo legal, me quedé sin familia después de graduarme de la escuela primaria. Siempre fui libre de hacer lo que quisiese, tuve tanto y sin embargo: no tengo nada.

De joven conocí lugares hermosos, como también estuve en situaciones donde los lugares eran parecidos al infierno. Estuve un par de noches en prisión y realicé muchas horas de trabajo comunitario. Mi sueldo más alto no pasaba los 1.500 bolívares, y mi ropa más costosa no era más que una oferta de dos por 360 bolívares. Fui desdichado, feliz en ocasiones. Creí ser libre por hacer lo que quería, creí ser interesante por consumir drogas. De joven veía muchas estrellas fugaces, y siempre supe que nunca cumplirían deseos. Compré una guitarra con 800 bolívares que gané en una apuesta, aprendí, toqué en bares pobres y a orillas de la playa. Creí tenerlo todo, y sin embargo: no tengo nada.

Siendo lo que era y lo que siempre he sido, amé una vez a una mujer, era hermosa como ninguna. Tenía una mirada que me transmitía el mismo infinito que las noches estrelladas, y yo era libre de recorrerlo como el mundo en el que me han otorgado esta vida. Yo la amaba, y su piel era también los desiertos que ya había recorrido antes, ella era otros mundos y yo tenía la libertad de conquistarlos. Me amaba y me lo decía. Yo sabía que me amaba porque ella me miraba y sus ojos no sabían ocultar su amor. Era feliz y lo tenía todo. Yo tenía su cuerpo en mis brazos, lo sostenía y eso era todo, no hacía falta más. Era como ser el dueño de un mundo entero, como que sus caderas eran las olas que reventaban en mis costas, como si su cabello era el agua que caía desde mis saltos; como si ella, en general, fuese las nubes que acarician las cumbres que recreaban mis alegrías. Creí tenerlo todo a su lado, pero tenerlo todo no es posible, o no por mucho tiempo. Aquella noche, fría y oscura como nunca, es decir, nunca, en tantas noches que viví y aprecié, cuando algunas eran lluviosas, otras nubladas, otras llenas de estrellas, nunca, a pesar de todo, ninguna fue tan oscura como esa; ella me miró, y en sus ojos todavía se le notaba su amor, corrió una lágrima, y me dejó. Alguna vez pude tenerlo todo y, sin embargo: no tengo nada.

lunes, 24 de febrero de 2014

Ven y bésame

Ven y bésame, rescátame de esta noche fría que no quiere terminar sin siquiera un poco de ti; ven, rescátame, bésame, abrázame, mírame con tus ojos que me ven incitando vida y amor, elévame con tu voz, despiértame de esta desahuciada pesadilla de no tenerte aquí, calma mi sed con tus besos, alimenta mi alma con tus caricias. ¡Rescátame! Ven por favor, sálvame de este naufragio, sácame de esta fría y triste isla de la soledad de mis noches. Ven y bésame que esa es tu virtud, y cómo no, si llegas y después de todo, sonries, te acercas y me salvas; me salvas de mí.

domingo, 19 de enero de 2014

Carrera de lágrimas

Qué triste, qué vacía, qué oscura y fría esta noche de soledades presentes. De ruidos de todo tipo menos el de tu voz, no se escucha nada interesante. Hay nudos en mis zapatos tirados a un lado de la habitación y otro mejor atado que cualquiera en mi garganta. Existe esta tristeza que viene con la noche y tal vez se vaya con ella, existe todo tipo de ausencias. Las que suceden solo cuando necesito a alguien y esas que suceden siempre, aún cuando no necesito de ese alguien. Están los reproches y las sonrisas que quieren reír pero no alcanzan a abrir la puerta. Están las melancolías y las lágrimas que quieren correr pero que no salen sin la orden de partida, y qué más, si ya no hay nadie que dicte el inicio de esa carrera incesante; quién sabe con qué final. Pero aquí vamos, sin muchas ganas de nada, y las ganas que tengo son de ti y son incurables en este momento. Aburrido, sin más nada que hacer, tomo el lugar de quien dicta la voz de partida, y: ¡PARTIDA!