domingo, 7 de julio de 2013

Mi felicidad

Si despertase más allá de la realidad, sería justamente cruzando la línea que nos separa cada vez que me abrazas para decir: hasta luego. Es esa la misma línea que nos une cuando desde cierto punto, nuestras miradas juegan a los cómplices y encontrándote me abrazas para decir: volví. Y ¡vaya que volviste! Si estar contigo es la tregua que mencionan mis tristezas, es saber que en ti está mi soledad favorita, y no porque estés sola, ni yo solo; es por que soledad es lo que queda del mundo después de que te tomo de la mano. Y el silencio me gusta más cuando lo dicen tus ojos, y las tardes me gustan más cuando las dice tu sonrisa, y la ciudad me gusta más cuando la dice tu compañía. ¿Y qué puedo hacer? Si de alguna manera me alcanzaste en el maratón, no sé si bajé la marcha, no sé si apuraste el paso, pero me alcanzaste y ahora estás aquí, justo ahora junto a mí, y si te digo que no me quiero alejar de ti es porque en el mundo que me cuentan tus certezas me siento a gusto; porque mi paz es tu virtud de saber pronunciar mi nombre como lo haces, dándole un significado que yo no conocía. Pero eso no es para mí lo que realmente significa tu nombre, pero cómo explicar algo que no entiendo y no quiero entender. A veces el significado de las cosas está en lo incógnito, en lo que no se puede deducir, en lo intrigante: como el universo. Por eso tu nombre, que ahora significa muchas cosas dentro de mi mundo, está a punto de pasar a ser más que tu nombre: mi felicidad.

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