martes, 23 de octubre de 2012

Déjà Vu

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.


Julio Cortázar.

      Qué extraño, despierto y te veo junto a mí, recibiendo más que aire, más que ésta mengana oscuridad que nos trae la noche. Extraño, pues Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos. Una larga travesía el pestañear de mis ojos, ese abrir y cerrar por volver a encontrarte, porque vuelvas a reinventarte ante estas ventanas, por las cuales mi alma se asoma mientras grita, hacia el balcón hermoso donde se posa tu alma, tal y como Romeo a escondidas se colaba en territorio Capuleto solo para hablarle a Julieta. A eso se resume nuestro juego de miradas, presurosas a su cercano encuentro; sutiles, como tus labios haciendo juego con mis palabras y formando tu sonrisa, fugaz, como el ir y venir de mi reflejo en tus ojos. Es extraño, pues en cada pestañeo era volverte a encontrar, reinventarte como sé que ya existes. Reinventar quizás, a ti, a nosotros. Y no como de costumbre, sino como de Te Quiero. 

De regreso a la realidad, me encuentro aquí. Qué extraño, despierto y te veo junto a mí, recibiendo más que aire, y yo dándote más que sonrisas. Como ayer, como antes de ayer. Como un Déjà Vu.

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