martes, 11 de junio de 2013

Las buenas imágenes en el desfile

Desfilan imágenes fijas de: tu sonrisa. Ah, imágenes que las fijo bien para no perderlas. Recorriendo caminos y analizando como he de hacerlo cada noche, y por si te importa: lo hago cada vez que me miras. Así administro mis recuerdos, digo, los administro cambiándolos de posición; me refiero a que, si tengo primero a tu mirada y entonces cierras los ojos, adelanto a tu sonrisa para enterarme de que aún existes. Y si por alguna casualidad dejases de sonreír, jugase entre laberintos y acertijos hasta descifrar o tu mirada, o tu sonrisa. Pero qué mas da, yo sigo en el parque, en el tobogán, en los columpios y casi siempre en el sube y baja que administro, también, en mi imaginación. Así voy jugando, y creando. La arquitectura en mi mente es, tal vez, una de las más complejas que haya visto jamás, ¿que cuántas he visto? No sé, tal vez dos, o menos. Pero si mi mente desviste siempre al mundo, y ramifica cada dirección posible, y analiza posibilidades, y piensa en el después, y... ¡Sí! Es eso, el después, ¿qué viene después? A veces no sé por qué me preocupo tanto. Sí, pre-ocuparse, significa ocuparse de lo que aún no ocurre, qué ilógico significado. Siempre ando advirtiendo tristezas, a ver: decepciones, me refiero. Nunca son buenas, y si me las juego con tu mirada y con tu sonrisa, si se desaparecen, seguro habré advertido mal a las tristezas. Ellas no saben el daño que causan. Son imprudentes, como muchas de las cosas que sentimos; también la rabia, pero más que todo: el amor. Qué imprudencia, aparece cuando tú sonrisa existe, en vez de, no sé, aparecer cuando tú y yo nos vemos. Y también lo creo, sí aparece cuando nos vemos, creo haberlo visto. Pero creo en muchas cosas que tal vez no existan también: en que las estrellas fugaces son un deseo, por ejemplo. También creo en que cuando alguien mira a una persona fijamente a los ojos, siempre se le escapa un poquito de alma. Así es, las miradas alimentan, aún la mirada del ciego alimenta. Yo pienso así: el ciego ve lo que yo no quiero ver; quiero decir: el ciego ve el mar cuando quiere, ve corazones cuando quiere, ve nalgas cuando quiere, y si quiere ve el universo también. ¿Que cómo ve todo eso? A ver, si yo cierro los ojos imagino lo que ya existe, pero el ciego... el ciego crea, puedo decirle que el mar es azul, y puede preguntarme: "¿cómo es el azul?" Y yo responder: "como el cielo." Y él preguntarme: "¿cómo es el cielo?" Y yo responder: "mejor dímelo tú, que ves lo que yo no." Así pasa cuando yo cierro los ojos y te imagino, te imagino y no te creo porque te vi y existes, pero esto va mas allá de la imagen fija de tu sonrisa, o de cuando me miras; cerrar los ojos e imaginarte es crear lo que aún no existe: nuestro amor, por ejemplo.

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