jueves, 20 de septiembre de 2012

Palabras intangibles

Respira —Dijo en silencio. Te hará falta.

He llegado aquí con un solo fin en mente, la verdad. Tal vez oculta esté entre todos mis escritos, pero esto tiene encima más que la verdad; te tiene a ti. No he encontrado, durante meses, la manera de llegar, hablar, e irme, como se debería hacer si todo sale mal, de lo contrario, me quedaría para siempre, como jamás lo soñé un día. Intentaré no desviarme del tema justo. La necesidad es obvia y ya lo que siento comienza a hacerse evidente, mis amigos me han hablado de eso. Seré lo suficientemente bueno como para dejar el miedo a un lado y enfrentarme a mí mismo, pues lo único que me impide unirme a ti en estos momentos son esos temores constantes que recorren en silencio todo esto a lo que le llamamos vida. Vaya sensación de satisfacción superarlos, pero aun nos queda la otra cara de la hoja, vaya lamento y decepción la que nos queda al darnos cuenta que tales temores nos dejaron ahí, derrotados, una vez más. Pues ahí estoy, derrotado, nuevamente vencido por todo lo que le niega a mi ser el referirme a ti con la confianza de siempre, tú me revuelves el alma. Haces de mi un nada que ve y respira, un nada que te ve y luego respira.

No he tenido el valor de enfrentarme delante de ti, al decirte todo esto como debería hacerlo, pero es que no es fácil cuando se trata de ti, quien me ve y me hace recordar que existo, quien me habla y me hace poner el pie firme sobre la tierra al hacerme saber que estoy aquí, tan cerca, tan cerca. Te encuentro en cada lectura diaria que realizo sentado desde mi ventana, te encuentro en las estrellas, en la luna en forma de uña, te encuentro no porque estés ahí, sino porque estás en mí. 

Esa es la única verdad y me niego a afirmarla delate de tus ojos, me niego rotundamente. Pues el día que lo haga estaré muriendo detrás de tu mirada y delante de tus palabras intangibles.

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