jueves, 13 de septiembre de 2012

Vaya Felicidad

A veces me pregunto el por qué de tus desdichas, al momento en que me las cuentas pienso en algo como: Vaya, después de tanto sigues aquí y todo tan como si nada, sonriendo. Algunas veces hasta me alegra verte así, es como algo que me reconforta el alma, pues noto que las desdichas no te llevan a un lugar triste sino que te enseñan a como ser feliz.

Recuerdo claramente aquello de hace años atrás, eso que te tiró al suelo y te dejó un peso en los hombros, y aunque lograste ponerte de pié, nunca dejaste de llevar esa carga extra que nunca cedió espacio en tu vida. Pero sigues, sigues sonriendo. Vamos cuéntame tu secreto, quiero saber eso que tanto te hace feliz aun en la tristeza, yo quiero saberlo, pues siempre que me siento tan triste, cuando no puedo dejar de llorar necesito ese algo para luego poder subir la mirada de nuevo, vamos ¡dime! No calles tu fortuna, quiero escuchar y escribir cada palabra. También recuerdo aquellos leves golpes que me contabas que llevabas en las rodillas, esas burlas de ser siempre el más pequeño entre tus amigos, las ganas de ser más que todos y el silencio que te invadía al no poder. Vamos dime, dime como después de todo eso sigues aquí, viviendo así, no logro entender, ¡¿cómo carajo puedes ser feliz?! Necesito una explicación urgente, cada vez caigo más y no hay nada que me sostenga antes de llegar al suelo, explícame por favor, te lo ruego.

Pasaban los días y caminabas, ibas y venías, sonriendo, siendo feliz sin conocer la tristeza que te rodeaba. Tu vida era juegos y jugadas, no pensabas casi pero eras feliz, en aquél tiempo lo entendía, pues eras tan solo un niño. De repente apareció esa ausencia que te consumía hasta los huesos, algunas toneladas más a tus hombros y tan pronto cayeron te desplomaste, jamás has tenido la fuerza para soportar tal carga. Pero aquí sigues, vuelves de nuevo a sonreír y las noches cortas se vuelven largas, y las risas cortas se vuelven eternas, y yo aquí, llorando, como siempre después de todo. Llevo años luchando contigo, suplicándote en silencio esa vida, esos colores que en ti llevas, como los demuestras, como tú mismo los creas, ¿acaso estás loco? ¿No ves lo que te rodea? ¡¿Acaso puedes verme?! ¿Por qué no notas que estoy por el suelo? Que llevo una vida intentando levantar mis hombros y no puedo, pues la vida me empuja de nuevo y, de nuevo vuelvo al suelo. Y tú, tú solo caminas y sonríes, y sonríes como si estuvieses bien, como si bien fuese suficiente para ser feliz, feliz como lo eres tú, como nunca has dejado de serlo. Deja de gritarme silencio, por favor, recuerda que soy débil y jamás he logrado respirar tranquilamente, como todos lo hacen. ¡Recuerda que soy débil! Recuerdo esas despedidas tan melancólicas que me contabas, idas de personas las cuales creías especiales en tu vida, reencuentros, y más despedidas. ¿Acaso no sientes dolor al dejar ir a personas "especiales" en tu vida? O, ¿es que acaso nunca fueron especiales? Anda, ¡responde cobarde! Dime como, no eres nadie, eres solo una sonrisa de mentiras, a veces me das asco y otras no te creo nada de lo que me dices. A veces ni sabes lo que dices, y buscas cualquier cosa de la cual apoyarte, ¿ves? Si no te sostienes caes, ¿y yo? Yo solo caigo, pues aprendo, y aprendo a caer y a disfrutar de las caídas. 

Fuera de mi vista si no vas a responder a mis preguntas, después de tanto tiempo me he cansado de cada vez escuchar tu felicidad soportando mi tristeza, ya no puedo más. Seré una despedida más en tu vida, tal vez me extrañes más que a ti mismo.

—Ése es el secreto.

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