domingo, 26 de mayo de 2013
Certezas
martes, 21 de mayo de 2013
Desahucio
lunes, 13 de mayo de 2013
Tormentas, calma, niebla, olvido
jueves, 9 de mayo de 2013
De Blues en Jazz, y viceversa
Era sencillo estando delante de tus ojos, como alguien que confía en sí mismo frente una opinión ajena. Ya sabíamos; tú delante de mis ojos, y era sencillo, como alguien que se magnifica frente la opinión ajena. Frente a frente nos servíamos de espejo, yo te veía mirándome, y tú me mirabas mirándote. En resumen: éramos lo mismo en proporciones distintas, y mirarte era como traducir mis temores y enfrentarlos ganando la batalla. Sabíamos más el uno del otro que de nosotros mismos, y nuestra ignorancia era la clave para descifrarnos.
Pero qué importa eso, si ya no bailamos en el mismo salón. Ni tus pasos van después de los míos, ni los míos anteceden a los tuyos. Tu tocadiscos canta un Jazz, el mío un Blues, y aunque ambas sean melodías de paz, no son lo mismo. Cualquiera que se detenga a apreciar el blues del viento, se da cuenta que no es el mismo jazz de los árboles; y así andamos, de Blues en Jazz, y viceversa. Confundiendo el dulce piano de Nina con la majestuosa trompeta de Miles. Creyéndonos sabios de ambos géneros; pero daba igual, porque nuestra ignorancia era la clave para descifrarnos. Y si a Robert Johnson lo confundíamos con Louis Armstrong, no tardábamos en darnos cuenta de que una trompeta a la que le encanta el Jazz, no es una guitarra a la que le encanta el Blues.
Y así fue siempre, parecidos pero no los mismos; coincidencias. Pero como todos sabemos: el Blues no es lo mismo que el Jazz, y viceversa.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Otra Por José Augusto Subero
Lo último Por José Augusto Subero
martes, 7 de mayo de 2013
Celos
Este egoísmo que me invade cuando se trata de ti, insolente, arrogante, caprichoso. Se traduce, tal vez en: o eres solo mía, o no eres mía. Qué desastre este egoísmo cuando se trata de ti, no quiero en ti otras manos, ni sobre tus labios otros labios, ni siquiera quiero en ti otra mirada amante que no sea la mía. Pero eso es lo de menos, mi egoísmo no es con quien te ame, sino con quien amas. No me importa (me importa menos, quise decir) que te miren otros ojos, ni que te toquen otras manos, ni que te besen otros labios; lo mío es más hacia ti. Me importa que te miren otros ojos, y te des cuenta; me importa que te toquen otras manos, y tú las aceptes; me importa que te besen otros labios, y que tú... y que tú los ames. No desconfío, no me entristezco, no sonrío ni siquiera, es simplemente: egoísmo. Es que tú, que te traduces a lo que eres, tan bonita, de personalidad tan querible, de labios tan besables, de manos tan moldeables, de cuerpo tan abrazable y de sentimientos tan amables, me tientas a quererte solo para mí. Pero eso no existe, porque tú eres libre, y yo egoísta. Y en la distancia es obvio que encuentres a otro que descifre tus acertijos y tus laberintos, aún mejor de lo que yo lo he hecho. Y es normal, que teniendo en el recuerdo tus labios, y tus manos, y tus ojos, y tus abrazos, me dedique a hacerlos tan míos que me niego rotundamente a compartirlos: ¡O eres solo mía, o no eres mía!